Aquí acabamos el trabajo iniciado en el artículo anterior a la vez que finalizamos este viaje compartido por tu interior.
Hasta ahora has utilizado la mente para realizar todos los ejercicios precedentes. Con ella has alcanzado un nivel importante de evolución personal que te permite llevar una vida armoniosa. Sin embargo, para poder seguir progresando en esta nueva etapa, prescindiremos de ella. De esta manera, cruzarás el último puente que te falta: pasar del mundo de la mente al universo del Ser.
La «madre» de todas las identificaciones, y de la que provienen todas las demás, es considerar como «nuestros» los pensamientos que tenemos y, además, que son verdad. A partir de ahí surgen las identificaciones con personas, objetos, situaciones, ideas… De cada identificación nace su apego correspondiente y, consecuentemente, la lucha para mantener/aumentar aquello con lo que nos identificamos, con lo que creemos forma parte de nuestro «yo». Por lo tanto, en la mente nace la ilusión: sin pensamiento no hay identificación y seríamos libres. Con las prácticas siguientes no dejaremos de pensar, es la naturaleza de la mente, pero no nos creeremos lo que imaginamos, convirtiéndonos en testigos de nuestro «tráfico mental». Viviremos en la paz del Ser y no, como hasta ahora, en la lucha constante de la mente-ego.
Si estás oyendo algún audio subliminal para cambiar o instalar alguna creencia, incluyendo los de un artículo anterior, ¡DÉJALO! Las creencias pertenecen al mundo de la mente y lo que sigue es incompatible con ella. Si quieres vivir en el Ser no puedes estar interactuando con algo que concierne al ámbito de la ilusión: una cosa u otra.
Si no puedes abandonarlo, es señal de que la mente-ego aún gobierna tus decisiones y continúas identificad@ con este tipo de trabajo (crees que te va a hacer “más”). En este caso, prosigue con él hasta comprobar que no avanzas. Entonces, ya estarás preparad@ para reanudar tu crecimiento y serás capaz de dejar aquello que te ata a la ilusión de creerte imperfect@.
Todo lo que llevamos ejercitado nos ha permitido limpiar y elevar la energía que somos. Hemos instalado en ella la Consciencia Desapegada: la consciencia pura sin ningún tipo de identificación. Ahora descubrimos reacciones y actitudes del ego instantáneamente, sin dejarnos llevar por él, y, por lo tanto, es el momento idóneo para romper la identificación con los pensamientos que tenemos: opiniones, creencias, expectativas, deseos, objetivos, recuerdos…, es decir, con nuestras ensoñaciones. Dejaremos de divagar y pondremos la mente a nuestro servicio manteniendo, únicamente, pensamientos creativos. Para lograrlo, cambiaremos el foco de nuestra atención redirigiéndolo del mundo de la ensoñación a la vibración del ser que somos. Esto lo conseguimos por el desarrollo de la capacidad de concentración experimentado gracias al trabajo previo realizado.
Así pues, ahora damos el último paso: derrocar a la mente de su trono para permitir al Ser que somos sea llevado por Todo lo que Es.
¿Preparad@?…, pues vamos allá.
VIVIENDO EN EL SER: PAUTAS DE TRABAJO
Las siguientes prácticas son compatibles y las puedes hacer simultáneamente. Cuando tengas cierta destreza con ellas, te quedarás en la última y volverás eventualmente a las anteriores.
DEJA CAER LOS PENSAMIENTOS (reenfocando la atención)
En cuanto te sorprendas divagando sin ningún objetivo concreto, deja «caer», deja de seguir, esos pensamientos. No «bailes» con ellos, no los alimentes con tu energía-atención. Durante un tiempo, la mente-ego te chillará diciendo que son superimportantes y urgentes, pero ni caso: no mantengas tu atención en la ensoñación. Para facilitar este proceso, concéntrate totalmente en aquello que hagas, mantén toda tu atención en el momento presente, en el AQUÍ y AHORA.
Relájate en la intención de no seguir las creaciones mentales. Así profundizas en el darte cuenta de que los pensamientos que tienes no son tuyos, no te pertenecen. Surgen en tu campo de consciencia, están un rato en él reclamando tu atención y luego se desvanecen, presentándose otros en su lugar. Déjalos caer en cuanto los veas aparecer, no sigas energizándolos con tu atención. Esto hazlo siempre y cuando no tengas que llegar a alguna conclusión o alcanzar un objetivo determinado, en cuyo caso te centras totalmente en mantener pensamientos creativos hasta conseguir el resultado que buscas. Luego abandonas cualquier divagación mental.
Dejar de seguir las ensoñaciones mentales y renunciar a la intención de controlar de la mente es, probablemente, lo más dificultoso de realizar, porque todo nuestro trabajo previo ha sido mental, para desarrollar la concentración y elevar la vibración mediante las visualizaciones. Además, llevamos toda la vida fijándonos en la mente y dejándonos llevar por ella, con lo cual nos resulta todavía más complicado desechar este hábito. Ahora toca concentrarnos en la «no mente», en el hueco existente entre los pensamientos. Al principio, apenas los distinguirás entre la vorágine de las creaciones mentales habituales, pero con el tiempo y la práctica esos huecos se agrandan hasta darte cuenta de que la atención ya no está enfocada en las formas mentales, sino en el vacío lleno de paz existente entre una y otra.
En este punto, ya disfrutarás de cierto sosiego interior al disminuir el «caudal» de pensamientos que surcan tu campo de consciencia y no mantener ninguna lucha con ellos. Asimismo, como no existen desvíos energéticos a las ensoñaciones, experimentarás un aumento considerable de tu energía, haciéndote sentir más poderos@ interiormente, más capaz.
MIRA SIN VER (entrando en el Ser)
Este es un ejercicio muy simple y tremendamente efectivo que te ayuda a desidentificarte de la mente, a la vez que te conecta con la vibración que eres. Es el puente que une el mundo de la forma con el universo del Ser.
En un principio, y hasta adquirir cierta soltura con él, hazlo sentad@. Luego ya podrás realizarlo en tu vida normal.
Siéntate en postura cómoda, espalda recta, ojos abiertos. Realiza unos cuantos ciclos respiratorios hasta relajarte completamente.
Enfoca la vista en un punto fijo y centra toda tu atención en él. Toda. Paulatinamente notarás que la nitidez de la visión en el punto va perdiéndose. Deja que esto suceda sin intentar evitarlo. No hagas nada por ver mejor, solo permanece atent@, alerta. Al poco, serás consciente de todo tu campo visual sin destacar ni separar nada en él: estarás mirando sin ver, sin interactuar con lo que vislumbras, relajándote en las formas físicas que perciben tus ojos. Y ahí te quedas, en esa «ausencia de hacer».
Luego incorporas a tu campo de consciencia todo tu cuerpo, las sensaciones de las que eres consciente, sin pensar ni divagar sobre ellas, estando alerta (atención máxima) y relajad@ (actitud de «NO hacer»). Si te llegan pensamientos los dejas pasar y continúas centrad@ en tu cuerpo-energía sin perder el estado de alerta.
Cuando ya tengas cierta práctica con este ejercicio, hazlo cuando pasees o camines. Mira lo que te rodea sin interactuar con ello, sin centrar toda tu atención en lo que ves, sólo la mínima para poder caminar. Relaja totalmente tu atención, como si lo que te circunda no fuera contigo. No pienses o fantasees sobre ello, solo lo miras: nada más. También puedes hacerlo cuando esperes en colas o viajes en tren o autobús. Te sentirás teletransportad@ a tu interior, abandonando el mundo exterior y quedándote en la vibración de tu energía, en ese cosquilleo que te llena totalmente.
Según lo repitas irás apreciando ciertas sensaciones de poderío, tranquilidad y clarividencia totales. Te verás capaz de superar cualquier desafío que te presente la vida, a la vez de sentirte asentad@ en tu ser, sumergid@ en un océano de paz, donde te llegan destellos de conocimiento que relanzan tu crecimiento espiritual (las famosas «inspiraciones»).
A la par de lo anterior, descubrirás que te empieza a dar igual lo que pase. No te importa el resultado de tus acciones, ya que no hay «nadie» que desee un resultado concreto al estar en sintonía total con la vida. Te sientes amad@, guiad@ y protegid@ por este maravilloso Universo en el que vives, convirtiéndote en una hoja al viento, siendo Un@ con Todo, siendo llevad@.
Tras llegar a este punto, solo falta profundizar en la vibración que eres. Para ello, volvemos a esta conocida práctica, aunque ahora tendrá un «sabor» diferente.
SÉ LA CONSCIENCIA DE TU VIBRACIÓN (viviendo en el Ser)
Como te habrás dado cuenta, este es el ejercicio fundamental de este viaje por tu interior y, también, el final. Lo hemos realizado en diferentes ocasiones, ya que todo se reduce a vivir en el Ser, en lo que somos realmente: la suma de CONSCIENCIA y ENERGÍA DE AMOR.
La práctica «Sintiendo la vibración» la haces directamente, sin ningún tipo de imagen o creación mental: te centras en las sensaciones de tu energía, sin ningún añadido, y EN ELLA TE QUEDAS SIEMPRE. Si tienes que interactuar con el mundo físico, hazlo, pero mantén, en la medida de lo posible, parte de la atención en tu interior, en tu auténtica realidad. De esta manera, los vaivenes del exterior no te separarán de la paz que eres.
Si, por cualquier circunstancia, te cuesta quedarte en tu vibración o te pierdes en las ensoñaciones de la mente, efectúa unas cuantas respiraciones conscientes. Respira profunda y concentradamente percibiendo todo tu cuerpo y, en los ciclos respiratorios, haz olas de concentración (en la inspiración asciende tu atención por todo tu cuerpo, desde las plantas de los pies a la cabeza; en la espiración desciende hasta los pies), notando tu cuerpo por dentro. Así una y otra vez, una y otra vez…
Aprovecha cualquier momento del día para quedarte completamente inmóvil, siendo consciente de tu cuerpo; a veces tendrás que erguirte totalmente para percibir la nitidez exultante de tu vibración. Advertirás cómo el ser que eres está en un lugar (por expresarlo de alguna manera) y tu mente-ego en otro. Ahí ya se ha producido la desidentificación con la mente, distinguiendo cómo tu verdadera esencia radica en la vibración que sientes, llena de paz y poder; y cómo la mente-ego, con impaciencia y miedo, permanece en otro lugar sin contaminar la plenitud y profundidad de tu ser.
Al ser consciente de tu vibración lo que haces es abrir la puerta para que tu energía se conecte, sin interferencias del ego, con la Unidad. Hasta ahora eso era imposible debido a la gran cantidad de energía de separación, de baja frecuencia, que mantenía el ego en ella. A través de esta conexión fluye la poderosa energía del universo, llenando la tuya. Uno de los primeros indicadores de ello es que percibirás una tenue alegría al estar en tu vibración. Es un bienestar total, sin ningún motivo aparente. El ego intentará sacarte de este estado de gozo, mandándote pensamientos de cosas urgentes en las que «debes» pensar, de ensoñaciones en las que todo sale mal o de preocupación por algo en concreto. Tú, ni caso: sigue centrándote en ese júbilo constante, aliméntalo con tu atención sostenida. De esta manera impregnarás todas tus células de esa alegría, revitalizándolas, a la par que estarás regando tu futuro con la mejor energía posible: la alegría de amar.
A partir de aquí solo es cuestión de VIVIR EN LA CONSCIENCIA DESAPEGADA DE LA ENERGÍA DE AMOR QUE ERES. Llegará un momento en que vibrarás en otro estado diferente del ser, reconocible por la dicha que te va a llenar, en el que distinguirás tres sensaciones muy claras:
- Notas una gran PAZ a nivel mental. Tienes pensamientos, pero no «meten ruido», no reclaman tu atención, y no te generan intranquilidad o tensión al no reaccionar ante ellos. No los sigues compulsivamente porque NO SON TUYOS.
- Sientes constantemente la vibración de tu energía por mantener TODA la atención orientada a ella, sin ningún tipo de esfuerzo por tu parte: se ha convertido en tu nuevo hábito. De esta manera, percibes con gran claridad el PODER del amor que te llena, que eres.
- Experimentas una apertura total de tu corazón a todo aquello de lo que eres consciente. Aceptas todo cuanto te llega sin rechazar nada. Al no haber ego-separación eres AMOR-unión con la Totalidad. No hay ensoñaciones ni juicios que te separen de lo que vives, convirtiéndote en una MARAVILLOSA SENSACIÓN OMNIABARCANTE hacia la vida, como el bebé de la foto: el bebé maravillado que todos llevamos dentro.
Y la Consciencia Universal DESCANSARÁ en tu cuerpo, en tu energía, que se ha convertido en el Templo de Dios (¿te suena?). Este templo tiene el suelo, las paredes y las columnas vibrando en al Amor que todo lo llena y que a todo da vida. Ya has llegado y vives en casa, herman@, ya estás manifestando el Dios que eres: el Ser Divino que siempre has sido.
¡Disfrútalo!…, ¡por siempre!
NOTAS FINALES
- Cuando lleves un tiempo en tu vibración puede suceder que, en un momento dado, sientas vértigo emocional, como si todo lo que estuvieras viviendo es mentira, que vas por el camino equivocado, sintiéndote sol@ y desamparad@. Igual te da por llorar, deprimirte o reaccionar con ira a lo que experimentas en tu interior: son las reacciones del ego al cambio de actitud hacia la vida que se está produciendo en tu interior. Estás dejando el control y miedo del ego-mente para abrirte a la confianza y la paz de sentirte llevado por la Unidad. Será un corto lapso de tiempo, varios días quizás, pero muy intensos: son los últimos estertores de la ilusión vibrando en tu ser.
En este tiempo puedes practicar, de vez en cuando, la «Conexión Tierra-Cielo» de la visualización «Chakras de Luz». Con ella sentirás la unión con la energía divina que te dará tranquilidad y clarividencia para no dejarte llevar por las emociones de ese necesario desgarro interior. A partir de ahí, como hemos comentado anteriormente, entrarás a otro nivel vibratorio. - En realidad, vivir en el Ser no es más que mantener la atención en la vibración que somos, nuestra auténtica realidad física, y, a partir de ahí, desapegarnos totalmente de todo lo que aparece en nuestro campo de consciencia, sin interactuar con ello, convirtiéndonos en observadores/as desapasionad@s. No hay más.
Crecer espiritualmente, evolucionar, es adquirir las competencias necesarias para vivir en el Ser, fundamentalmente la concentración. Ésta permite aumentar nuestra capacidad de discernimiento (consciencia) para no perdernos en la ilusión, a la vez que nos faculta para «soldar» la atención a la realidad que somos y no a la ensoñación.
El mundo en que vivimos no nos lo pone nada fácil para crecer como personas, al contrario, estimula la dispersión mental con el bombardeo constante de información que recibimos por múltiples canales. Y ahí radica lo hermoso de estos tiempos convulsos que vivimos: todo es una maravillosa oportunidad para crecer. Cuantos más obstáculos tengamos para desarrollarnos, más fuertes y profundos nos convertimos como personas, porque ningún mar en calma hace experto al marinero (esta frase no es mía, pero es muy elevadora la sabiduría que transmite). Así que da gracias por todo lo que vives y disfruta de tu crecimiento. - Con lo que llevamos recorrido, ya habrás descubierto que tu única misión para esta vida es permitir que la Unidad se exprese a través de tu energía. No hay ninguna misión a realizar, dado que no hay «nadie» que haga nada, sino que la manifestación de tus dones, el cómo darlos al mundo, le corresponde a la Unidad, lo único que ES. Para ello, «tú» (tu ego) desapareces tomando la Unidad el control total de tu energía. Así ya eres llevad@, ¡POR FIN!, y no «sabrás» ni «harás» nada.
Al permitir ser llevad@, está garantizada la expresión de tu creatividad de la mejor manera posible, teniendo en cuenta el mayor bien común, gracias a que todo el poder, el amor y la inteligencia del Universo fluyen por tu Ser. De esta manera, se realiza el propósito divino que palpita en ti, puesto que, realmente, ERES LA UNIDAD VIBRANDO EN TU ENERGÍA.
Disfruta con este trabajo, permanece todo el tiempo que te apetezca con él. Cuando ya lo tengas interiorizado y vivas en la maravilla del Ser que eres, continúa con la última etapa de tu crecimiento: «Decálogo del Ser Divino».