Decálogo del Ser Divino

Ya llevas un tiempo notándote diferente, como si fueras otra persona y, además, te sientes bien, muy bien. La gente te certifica con sus comentarios que has cambiado, que no eres el de antes, y tu vida se ha convertido en la maravilla de las maravillas. Hay personas que ya no están en ella y con otras mantienes una relación totalmente diferente, más llena de unión y amor. Vas por la vida sintiendo que todo está a tu favor, que todo cuanto vives es para tu mayor crecimiento personal y cada día esta sensación se vuelve más intensa.
El gran cambio lo notas en tu interior, en la alegría que rebosas y en la intensidad de los pensamientos que te llegan, totalmente diferente a los de antes. No meten ruido, no te impelen a hacer cosas, a reaccionar ante lo que imaginas, como antaño. Además, no puedes dejar de ver la enorme diferencia que existe entre lo que creías ser antes y lo que sientes eres ahora. De vez en cuando caes un poco por debajo de tu nivel de felicidad, en intervalos de tiempo más cortos y espaciados cada vez, pero enseguida recibes en tu interior la respuesta a ese lapso de descenso vibracional, generalmente por haberte enganchado con el ego. Haces algún ejercicio de los que ya conoces o alguno que has inventado y pronto estás otra vez en tu maravillosa y feliz vida interior llena de paz, poder, amor y alegría.

Igual no te lo crees del todo, pero ya eres un auténtico Ser Divino: un ser que vive para amar incondicionalmente a Todo lo que Es, siendo consciente de ello. Te sientes llevado, amado y protegido por esa energía poderosa y serena que notas vibrar en tu interior. Una energía que percibes inunda todo cuanto tiene consistencia física en este mundo.
El trabajo que llevas realizado, con esfuerzo al principio y goce al final, ha germinado en la maravillosa planta que brota de la fértil tierra del amor que has regado con toda tu concentración durante este tiempo. Y ahora su colorido, belleza y fragancia deslumbran a todos aquellos que se acercan a ella. Esa planta eres tú: eres un Ser de amor, hermano/a.

Tras esta breve introducción, empezamos un último trabajo de pulido y abrillantado final, en el que colocarás unos quitamiedos que impedirán te salgas del camino de crecimiento espiritual emprendido. Son unos principios conocidos por haber formado parte de tu labor interior, y ahora llenarán todos los rincones de tu ser para llevarte en piloto automático por esa autopista del amor por la que viajas desde hace un tiempo.

 

DECÁLOGO DEL SER DIVINO

Un Ser Divino:

1º- Cuando interactúa con el mundo de la forma, tiene toda su atención dirigida al momento presente, sin perderse en divagaciones. En su tiempo de asueto personal la enfoca permanentemente a sentir su vibración o ejercitar su interior. No elucubra, no evoca, no anticipa. Siempre está alerta y relajado, trabajando la concentración, y así no se deja llevar por la ilusión mental.

2º- Aporta a la situación que vive todo el discernimiento posible y la interpreta en clave de crecimiento personal. Para ello, presta la máxima atención a lo que experimenta, fijándose en la inspiración que emerge de su interior. De esta manera aprende y crece en conocimiento.

3º- Sólo percibe la belleza interior de las personas con las que se interrelaciona y únicamente pronuncia palabras inspiradoras. Es un foco de elevación permanente en este planeta.

4º – Se ejercita físicamente con regularidad. Cuida su cuerpo, su alimentación y su descanso, evitando los excesos de cualquier clase. Así convierte su cuerpo en el mayor aliado para su progresión espiritual.

5º- Descansa en el agradecimiento constante a la vida, vibrando en la paz y el silencio interior por la ausencia de reacción ante lo que vive.

6º- Sólo busca cumplir el anhelo de su corazón: materializar la misión de la Unidad. Todo lo demás no pertenece a su mundo, focalizando así toda su energía en la expresión de su talento creador.

 

NOTAS FINALES Y… DESPEDIDA

1.- ¿Cómo puedes incorporar estos principios a tu vida diaria? Trabaja con ellos como te brote: puedes enfocarte en un precepto cada día o aprendértelos de memoria o leerlos cuando te apetezca. Paulatinamente irán fijándose en tu interior y ahí los dejas. Al poco, notarás cómo estos mandatos crean un pasillo de luz en tu consciencia, impidiéndote salir de él y perderte en la ilusión. Así vivirás en el crecimiento consciente y constante.

2.- El punto 6º parece oponerse al 1º, ya que si tienes un objetivo es porque el ego así te lo ha señalado. Y, efectivamente, ese objetivo, ese sueño de tu corazón, es para lo que vas a utilizar la mente. Esta es la única creencia mental que mantendrás a partir de ahora: soy un Ser Divino. Y esta idea conlleva ser coherente con ella, poniendo todo tu ser al servicio de la expresión del talento que palpita en tu interior y que no te pertenece: es de la Unidad manifestándolo a través de ti.
Por otra parte, el hecho de enfocar tu atención en tu anhelo más íntimo, en realidad, es ejercitar tu interior por estar trabajando tu capacidad de concentración, al dirigir conscientemente tu atención a la intención de dar al mundo el don que rebosa en ti. El cómo hacerlo te lo irá indicando la Unidad en ese continuo dejarte llevar por Ella.

Gracias, hermano/a, por permitirme acompañarte en tu intención de crecer en este viaje de descubrimiento interior. Hay un aforismo que dice: «Si quieres ir rápido, camina solo; si quieres llegar lejos, camina acompañado», y los dos hemos llegado lo más lejos posible. Ahora es el momento de separarnos y que la Unidad siga guiando nuestros pasos.
Si hay algo que no te ha quedado claro de lo que llevas leído o tienes dificultades con alguna práctica o estás agobiado porque no te notas avanzar (ego rondando), tranquilo/a, mándame un correo y lo hablamos.
Un fuerte abrazo, caminante.
Nos vemos por este maravilloso planeta y… ¡sigue dándole caña!

Dejándonos llevar: viviendo en el Ser

Aquí acabamos el trabajo iniciado en el artículo anterior a la vez que finalizamos este viaje compartido por tu interior.

Hasta ahora has utilizado la mente para realizar todos los ejercicios precedentes. Con ella has alcanzado un nivel importante de evolución personal que te permite llevar una vida armoniosa. Sin embargo, para poder seguir progresando en esta nueva etapa, prescindiremos de ella. De esta manera, cruzarás el último puente que te falta: pasar del mundo de la mente al universo del Ser.

La «madre» de todas las identificaciones, y de la que provienen todas las demás, es considerar como «nuestros» los pensamientos que tenemos y, además, que son verdad. A partir de ahí surgen las identificaciones con personas, objetos, situaciones, ideas… De cada identificación nace su apego correspondiente y, consecuentemente, la lucha para mantener/aumentar aquello con lo que nos identificamos, con lo que creemos forma parte de nuestro «yo». Por lo tanto, en la mente nace la ilusión: sin pensamiento no hay identificación y seríamos libres. Con las prácticas siguientes no dejaremos de pensar, es la naturaleza de la mente, pero no nos creeremos lo que imaginamos, convirtiéndonos en testigos de nuestro «tráfico mental». Viviremos en la paz del Ser y no, como hasta ahora, en la lucha constante de la mente-ego.

Si estás oyendo algún audio subliminal para cambiar o instalar alguna creencia, incluyendo los de un artículo anterior, ¡DÉJALO! Las creencias pertenecen al mundo de la mente y lo que sigue es incompatible con ella. Si quieres vivir en el Ser no puedes estar interactuando con algo que concierne al ámbito de la ilusión: una cosa u otra.
Si no puedes abandonarlo, es señal de que la mente-ego aún gobierna tus decisiones y continúas identificad@ con este tipo de trabajo (crees que te va a hacer “más”). En este caso, prosigue con él hasta comprobar que no avanzas. Entonces, ya estarás preparad@ para reanudar tu crecimiento y serás capaz de dejar aquello que te ata a la ilusión de creerte imperfect@.

Todo lo que llevamos ejercitado nos ha permitido limpiar y elevar la energía que somos. Hemos instalado en ella la Consciencia Desapegada: la consciencia pura sin ningún tipo de identificación. Ahora descubrimos reacciones y actitudes del ego instantáneamente, sin dejarnos llevar por él, y, por lo tanto, es el momento idóneo para romper la identificación con los pensamientos que tenemos: opiniones, creencias, expectativas, deseos, objetivos, recuerdos…, es decir, con nuestras ensoñaciones. Dejaremos de divagar y pondremos la mente a nuestro servicio manteniendo, únicamente, pensamientos creativos. Para lograrlo, cambiaremos el foco de nuestra atención redirigiéndolo del mundo de la ensoñación a la vibración del ser que somos. Esto lo conseguimos por el desarrollo de la capacidad de concentración experimentado gracias al trabajo previo realizado.
Así pues, ahora damos el último paso: derrocar a la mente de su trono para permitir al Ser que somos sea llevado por Todo lo que Es.

¿Preparad@?…, pues vamos allá.

 

 

VIVIENDO EN EL SER: PAUTAS DE TRABAJO

Las siguientes prácticas son compatibles y las puedes hacer simultáneamente. Cuando tengas cierta destreza con ellas, te quedarás en la última y volverás eventualmente a las anteriores.

DEJA CAER LOS PENSAMIENTOS (reenfocando la atención)

En cuanto te sorprendas divagando sin ningún objetivo concreto, deja «caer», deja de seguir, esos pensamientos. No «bailes» con ellos, no los alimentes con tu energía-atención. Durante un tiempo, la mente-ego te chillará diciendo que son superimportantes y urgentes, pero ni caso: no mantengas tu atención en la ensoñación. Para facilitar este proceso, concéntrate totalmente en aquello que hagas, mantén toda tu atención en el momento presente, en el AQUÍ y AHORA.

Relájate en la intención de no seguir las creaciones mentales. Así profundizas en el darte cuenta de que los pensamientos que tienes no son tuyos, no te pertenecen. Surgen en tu campo de consciencia, están un rato en él reclamando tu atención y luego se desvanecen, presentándose otros en su lugar. Déjalos caer en cuanto los veas aparecer, no sigas energizándolos con tu atención. Esto hazlo siempre y cuando no tengas que llegar a alguna conclusión o alcanzar un objetivo determinado, en cuyo caso te centras totalmente en mantener pensamientos creativos hasta conseguir el resultado que buscas. Luego abandonas cualquier divagación mental.

Dejar de seguir las ensoñaciones mentales y renunciar a la intención de controlar de la mente es, probablemente, lo más dificultoso de realizar, porque todo nuestro trabajo previo ha sido mental, para desarrollar la concentración y elevar la vibración mediante las visualizaciones. Además, llevamos toda la vida fijándonos en la mente y dejándonos llevar por ella, con lo cual nos resulta todavía más complicado desechar este hábito. Ahora toca concentrarnos en la «no mente», en el hueco existente entre los pensamientos. Al principio, apenas los distinguirás entre la vorágine de las creaciones mentales habituales, pero con el tiempo y la práctica esos huecos se agrandan hasta darte cuenta de que la atención ya no está enfocada en las formas mentales, sino en el vacío lleno de paz existente entre una y otra.

En este punto, ya disfrutarás de cierto sosiego interior al disminuir el «caudal» de pensamientos que surcan tu campo de consciencia y no mantener ninguna lucha con ellos. Asimismo, como no existen desvíos energéticos a las ensoñaciones, experimentarás un aumento considerable de tu energía, haciéndote sentir más poderos@ interiormente, más capaz.

MIRA SIN VER (entrando en el Ser)

Este es un ejercicio muy simple y tremendamente efectivo que te ayuda a desidentificarte de la mente, a la vez que te conecta con la vibración que eres. Es el puente que une el mundo de la forma con el universo del Ser.
En un principio, y hasta adquirir cierta soltura con él, hazlo sentad@. Luego ya podrás realizarlo en tu vida normal.

Siéntate en postura cómoda, espalda recta, ojos abiertos. Realiza unos cuantos ciclos respiratorios hasta relajarte completamente.
Enfoca la vista en un punto fijo y centra toda tu atención en él. Toda. Paulatinamente notarás que la nitidez de la visión en el punto va perdiéndose. Deja que esto suceda sin intentar evitarlo. No hagas nada por ver mejor, solo permanece atent@, alerta. Al poco, serás consciente de todo tu campo visual sin destacar ni separar nada en él: estarás mirando sin ver, sin interactuar con lo que vislumbras, relajándote en las formas físicas que perciben tus ojos. Y ahí te quedas, en esa «ausencia de hacer».
Luego incorporas a tu campo de consciencia todo tu cuerpo, las sensaciones de las que eres consciente, sin pensar ni divagar sobre ellas, estando alerta (atención máxima) y relajad@ (actitud de «NO hacer»). Si te llegan pensamientos los dejas pasar y continúas centrad@ en tu cuerpo-energía sin perder el estado de alerta.

Cuando ya tengas cierta práctica con este ejercicio, hazlo cuando pasees o camines. Mira lo que te rodea sin interactuar con ello, sin centrar toda tu atención en lo que ves, sólo la mínima para poder caminar. Relaja totalmente tu atención, como si lo que te circunda no fuera contigo. No pienses o fantasees sobre ello, solo lo miras: nada más. También puedes hacerlo cuando esperes en colas o viajes en tren o autobús. Te sentirás teletransportad@ a tu interior, abandonando el mundo exterior y quedándote en la vibración de tu energía, en ese cosquilleo que te llena totalmente.

Según lo repitas irás apreciando ciertas sensaciones de poderío, tranquilidad y clarividencia totales. Te verás capaz de superar cualquier desafío que te presente la vida, a la vez de sentirte asentad@ en tu ser, sumergid@ en un océano de paz, donde te llegan destellos de conocimiento que relanzan tu crecimiento espiritual (las famosas «inspiraciones»).
A la par de lo anterior, descubrirás que te empieza a dar igual lo que pase. No te importa el resultado de tus acciones, ya que no hay «nadie» que desee un resultado concreto al estar en sintonía total con la vida. Te sientes amad@, guiad@ y protegid@ por este maravilloso Universo en el que vives, convirtiéndote en una hoja al viento, siendo Un@ con Todo, siendo llevad@.

Tras llegar a este punto, solo falta profundizar en la vibración que eres. Para ello, volvemos a esta conocida práctica, aunque ahora tendrá un «sabor» diferente.

SÉ LA CONSCIENCIA DE TU VIBRACIÓN (viviendo en el Ser)

Como te habrás dado cuenta, este es el ejercicio fundamental de este viaje por tu interior y, también, el final. Lo hemos realizado en diferentes ocasiones, ya que todo se reduce a vivir en el Ser, en lo que somos realmente: la suma de CONSCIENCIA y ENERGÍA DE AMOR.

La práctica «Sintiendo la vibración» la haces directamente, sin ningún tipo de imagen o creación mental: te centras en las sensaciones de tu energía, sin ningún añadido, y EN ELLA TE QUEDAS SIEMPRE. Si tienes que interactuar con el mundo físico, hazlo, pero mantén, en la medida de lo posible, parte de la atención en tu interior, en tu auténtica realidad. De esta manera, los vaivenes del exterior no te separarán de la paz que eres.
Si, por cualquier circunstancia, te cuesta quedarte en tu vibración o te pierdes en las ensoñaciones de la mente, efectúa unas cuantas respiraciones conscientes. Respira profunda y concentradamente percibiendo todo tu cuerpo y, en los ciclos respiratorios, haz olas de concentración (en la inspiración asciende tu atención por todo tu cuerpo, desde las plantas de los pies a la cabeza; en la espiración desciende hasta los pies), notando tu cuerpo por dentro. Así una y otra vez, una y otra vez…
Aprovecha cualquier momento del día para quedarte completamente inmóvil, siendo consciente de tu cuerpo; a veces tendrás que erguirte totalmente para percibir la nitidez exultante de tu vibración. Advertirás cómo el ser que eres está en un lugar (por expresarlo de alguna manera) y tu mente-ego en otro. Ahí ya se ha producido la desidentificación con la mente, distinguiendo cómo tu verdadera esencia radica en la vibración que sientes, llena de paz y poder; y cómo la mente-ego, con impaciencia y miedo, permanece en otro lugar sin contaminar la plenitud y profundidad de tu ser.

Al ser consciente de tu vibración lo que haces es abrir la puerta para que tu energía se conecte, sin interferencias del ego, con la Unidad. Hasta ahora eso era imposible debido a la gran cantidad de energía de separación, de baja frecuencia, que mantenía el ego en ella. A través de esta conexión fluye la poderosa energía del universo, llenando la tuya. Uno de los primeros indicadores de ello es que percibirás una tenue alegría al estar en tu vibración. Es un bienestar total, sin ningún motivo aparente. El ego intentará sacarte de este estado de gozo, mandándote pensamientos de cosas urgentes en las que «debes» pensar, de ensoñaciones en las que todo sale mal o de preocupación por algo en concreto. Tú, ni caso: sigue centrándote en ese júbilo constante, aliméntalo con tu atención sostenida. De esta manera impregnarás todas tus células de esa alegría, revitalizándolas, a la par que estarás regando tu futuro con la mejor energía posible: la alegría de amar.
A partir de aquí solo es cuestión de VIVIR EN LA CONSCIENCIA DESAPEGADA DE LA ENERGÍA DE AMOR QUE ERES. Llegará un momento en que vibrarás en otro estado diferente del ser, reconocible por la dicha que te va a llenar, en el que distinguirás tres sensaciones muy claras:

  1. Notas una gran PAZ a nivel mental. Tienes pensamientos, pero no «meten ruido», no reclaman tu atención, y no te generan intranquilidad o tensión al no reaccionar ante ellos. No los sigues compulsivamente porque NO SON TUYOS.
  2. Sientes constantemente la vibración de tu energía por mantener TODA la atención orientada a ella, sin ningún tipo de esfuerzo por tu parte: se ha convertido en tu nuevo hábito. De esta manera, percibes con gran claridad el PODER del amor que te llena, que eres.
  3. Experimentas una apertura total de tu corazón a todo aquello de lo que eres consciente. Aceptas todo cuanto te llega sin rechazar nada. Al no haber ego-separación eres AMOR-unión con la Totalidad. No hay ensoñaciones ni juicios que te separen de lo que vives, convirtiéndote en una MARAVILLOSA SENSACIÓN OMNIABARCANTE hacia la vida, como el bebé de la foto: el bebé maravillado que todos llevamos dentro.

Y la Consciencia Universal DESCANSARÁ en tu cuerpo, en tu energía, que se ha convertido en el Templo de Dios (¿te suena?). Este templo tiene el suelo, las paredes y las columnas vibrando en al Amor que todo lo llena y que a todo da vida. Ya has llegado y vives en casa, herman@, ya estás manifestando el Dios que eres: el Ser Divino que siempre has sido.
¡Disfrútalo!…, ¡por siempre!

NOTAS FINALES

  • Cuando lleves un tiempo en tu vibración puede suceder que, en un momento dado, sientas vértigo emocional, como si todo lo que estuvieras viviendo es mentira, que vas por el camino equivocado, sintiéndote sol@ y desamparad@. Igual te da por llorar, deprimirte o reaccionar con ira a lo que experimentas en tu interior: son las reacciones del ego al cambio de actitud hacia la vida que se está produciendo en tu interior. Estás dejando el control y miedo del ego-mente para abrirte a la confianza y la paz de sentirte llevado por la Unidad. Será un corto lapso de tiempo, varios días quizás, pero muy intensos: son los últimos estertores de la ilusión vibrando en tu ser.
    En este tiempo puedes practicar, de vez en cuando, la «Conexión Tierra-Cielo» de la visualización «Chakras de Luz». Con ella sentirás la unión con la energía divina que te dará tranquilidad y clarividencia para no dejarte llevar por las emociones de ese necesario desgarro interior. A partir de ahí, como hemos comentado anteriormente, entrarás a otro nivel vibratorio.
  • En realidad, vivir en el Ser no es más que mantener la atención en la vibración que somos, nuestra auténtica realidad física, y, a partir de ahí, desapegarnos totalmente de todo lo que aparece en nuestro campo de consciencia, sin interactuar con ello, convirtiéndonos en observadores/as desapasionad@s. No hay más.
    Crecer espiritualmente, evolucionar, es adquirir las competencias necesarias para vivir en el Ser, fundamentalmente la concentración. Ésta permite aumentar nuestra capacidad de discernimiento (consciencia) para no perdernos en la ilusión, a la vez que nos faculta para «soldar» la atención a la realidad que somos y no a la ensoñación.
    El mundo en que vivimos no nos lo pone nada fácil para crecer como personas, al contrario, estimula la dispersión mental con el bombardeo constante de información que recibimos por múltiples canales. Y ahí radica lo hermoso de estos tiempos convulsos que vivimos: todo es una maravillosa oportunidad para crecer. Cuantos más obstáculos tengamos para desarrollarnos, más fuertes y profundos nos convertimos como personas, porque ningún mar en calma hace experto al marinero (esta frase no es mía, pero es muy elevadora la sabiduría que transmite). Así que da gracias por todo lo que vives y disfruta de tu crecimiento.
  • Con lo que llevamos recorrido, ya habrás descubierto que tu única misión para esta vida es permitir que la Unidad se exprese a través de tu energía. No hay ninguna misión a realizar, dado que no hay «nadie» que haga nada, sino que la manifestación de tus dones, el cómo darlos al mundo, le corresponde a la Unidad, lo único que ES. Para ello, «tú» (tu ego) desapareces tomando la Unidad el control total de tu energía. Así ya eres llevad@, ¡POR FIN!, y no «sabrás» ni «harás» nada.
    Al permitir ser llevad@, está garantizada la expresión de tu creatividad de la mejor manera posible, teniendo en cuenta el mayor bien común, gracias a que todo el poder, el amor y la inteligencia del Universo fluyen por tu Ser. De esta manera, se realiza el propósito divino que palpita en ti, puesto que, realmente, ERES LA UNIDAD VIBRANDO EN TU ENERGÍA.

Disfruta con este trabajo, permanece todo el tiempo que te apetezca con él. Cuando ya lo tengas interiorizado y vivas en la maravilla del Ser que eres, continúa con la última etapa de tu crecimiento: «Decálogo del Ser Divino».

 

Dejándonos llevar: instalando la Consciencia

Si tras el trabajo anterior y de escuchar los audios, te notas en paz, llen@ de amor y en la toma de decisiones adviertes que no piensas, no razonas, sino que todo fluye de una manera natural. Además, si a cada momento aprecias una apertura total de tu corazón a todo aquello de lo que eres consciente, a la vez que percibes tu cuerpo de una manera nítida e intensa, entonces, ya has llegado al final de tu viaje interior y no te hace falta leer ni trabajarte este artículo ni el siguiente: estás siendo llevad@ por la energía de la Unidad y no hay ningún ego que se oponga o decida nada diferente a lo que es. Ya vives en la realidad del Ser que eres, no en la ilusión creada por tu mente.
Este «dejarse llevar», el estado de no-ego, es el estado natural en el que llegamos a este planeta para tener experiencias sensoriales: es nuestro estado de nacimiento. Pero con el paso del tiempo y el desarrollo intelectual, comenzamos a seguir a la mente y los pensamientos, perdiendo el gozo y el júbilo de nuestra auténtica naturaleza, para acabar viviendo en el mundo de las ensoñaciones mentales. De esta manera nos llenamos de objetivos y deseos, intentando controlar nuestra vida y planificar el futuro, generándonos una tensión constante. Así, dejamos de disfrutar de la dicha del Ser para vivir en el tobogán de las emociones creadas por los pensamientos.

Ahora ha llegado el momento de desandar el camino recorrido, pasar del mundo de la mente al universo del Ser.
Con el trabajo realizado hasta ahora, hemos elevado nuestra frecuencia vibratoria, limpiándola de la más densa del ego, con las identificaciones y apegos correspondientes. Ya estamos vibrando en la frecuencia del amor, sintiéndonos diferentes, pero todavía falta un último paso: cambiar al capitán que maneja el timón de nuestro barco.

Actualmente, nuestra mente-ego dirige el rumbo de la nave que somos. Lo siguiente que haremos será quitar a ese capitán, miedoso e impaciente, que elije los destinos y rutas por «nosotr@s» y no pondremos a nadie en su lugar. Permitiremos navegar a nuestro navío, nuestro ser, «solo» por las aguas de la vida que surcamos constantemente. Como confiamos tanto en ese océano de amor que nos envuelve, nos abandonamos totalmente despreocupad@s en él.
Este paso es el más difícil de dar para la mayoría de las personas con anhelos de crecimiento interior, porque significa la «muerte» del ego-ilusión. Para ello, con los ejercicios siguientes grabaremos la intención de instalar completamente la Consciencia de Dios en nuestra energía. Luego, en el próximo artículo, abandonaremos la mente y sus ensoñaciones para vivir en el Ser.
De esta manera, ya no sabremos ni adónde vamos en la vida ni por dónde. Nos convertimos en la flauta hueca a través de la cual la Unidad toca su maravillosa melodía de amor. Esto le aterra al ego, el no poder controlar, el no saber, y por eso éste es el paso más arduo si no se ha realizado un trabajo previo, por la gran fuerza que posee la ilusión. Pero una vez nos abandonamos en el «no saber» y en el «no hacer», ascendemos al último nivel de la evolución que hemos iniciado hace un tiempo, «disolviéndonos» total y permanentemente en la Unidad.

Y así, sin más cháchara, vamos con lo que nos eleva.

DEJÁNDONOS LLEVAR: INSTALANDO LA CONSCIENCIA

Como hemos visto, el ser que somos es la suma del cuerpo (energía de amor) y consciencia infinita (Dios). Ya vibramos en el amor gracias al trabajo previo, así que ahora pediremos a la Consciencia de Dios que interpenetre totalmente nuestro cuerpo. Para ello nos ayudaremos de unas invocaciones y mantras, pero antes acondicionaremos nuestra energía con una poderosa visualización.

1. VISUALIZACIÓN: “CHAKRAS DE LUZ-AURA-VERDE”

Esta visualización permite desarrollar nuestra capacidad de concentración (una de las propiedades del color verde), a la vez que nos relaja (fíjate cómo te sientes cuando permaneces un rato en medio de la naturaleza) y regenera la vibración en salud de nuestras células, revitalizando el cuerpo, preparándolo para vibrar en frecuencias más elevadas.
Haces la visualización «Chakras de Luz», pero solo la parte correspondiente al aura. En la inspiración tomas energía de la tierra y del cielo por medio de los chakras raíz y corona. En la espiración llenas tu cuerpo y aura de un intenso color verde.
Haz este ejercicio constantemente durante 3-4 días, aunque el tiempo depende de cada un@, hasta llenar tu burbuja protectora de ese poderoso color. Cuando ya sea instantáneo el visualizarte rebosando de luz verde, lo haces una vez al día como ejercicio de mantenimiento y pasas al siguiente.

2. INVOCACIONES y MANTRAS

UNA INVOCACIÓN es un decreto que lanzamos al Universo desde el poder de la divinidad-amor que vibra en nuestra energía: es una orden nacida del Dios/a que somos. Es un mandato que se cumple al instante.
La forma de trabajo es muy parecida a las frases de amor o las afirmaciones de los audios: las pronunciamos lenta y concentradamente; tras cada repetición, permanecemos con la atención enfocada en nuestro interior, fijándonos en las sensaciones que experimentamos.

Yo me he trabajado unas cuantas en relación con este tema: «Padre, llévame hasta ti», «Padre, tómame», «Padre, llena de ti el ser consciente que soy», pero las fundamentales, y que todavía me repito de vez en cuando, son estas dos: «Padre, lléname de ti», «Padre, lléname de tu Consciencia».
En tu caso concreto, elije los términos que mejor vayan contigo, con los que te sientas más a gusto. Para mí, «Padre», es la palabra que me ha acompañado toda la vida para nombrar a lo más sagrado y profundo de mi ser. Es sinónimo de Dios, pero «Padre» me resulta más cercano. Tú ya sabrás cómo nombras a esa presencia que sientes has estado siempre contigo y ponlo donde corresponda.
En un principio, para reafirmar el mensaje, puedes imaginar cómo tu cuerpo se llena de luz incolora: la Consciencia de Dios. Con la repetición no te hará falta ninguna imagen visual, percibiendo tu cuerpo nítido y vivo.
Repítete las invocaciones por parejas, como están. Si te apetece centrarte en una sola, perfecto, adelante con ella, ya irás descubriendo cómo trabajarlas.

La Consciencia de Dios está totalmente desidentificada y, por lo tanto, desapegada. No se pierde en ninguna ensoñación ni deseo: es la Consciencia Pura. Llenarnos de Dios es inundar todas nuestras células de esa Consciencia Divina, libre de identificaciones, para que no sigan siendo llevadas por los apegos de la ilusión que ha poseído a la raza humana desde el principio de los tiempos.
Las células son entes individuales con vida propia, formando parte de un ser superior: nuestro cuerpo. Además, según ha demostrado la biología, cuentan con una memoria y mente individual. De esta manera, instauramos la Consciencia Desapegada en todos los rincones de nuestro ser, sin que haya «espacios vacíos».
Llenarnos de consciencia es llenarnos de la CAPACIDAD DE DARNOS CUENTA cuándo el ego-mente está controlando nuestra energía y cortar el vínculo con él. La consciencia no limpia nada, no interviene, no interfiere, sólo eleva nuestra percepción (sensibilidad), dándonos clarividencia para descubrir instantáneamente si nos lleva la ilusión y, gracias al poder de concentración desarrollado, centrarnos en la paz del Ser que somos. Es abandonar las sombras y la oscuridad, creadas por la mente-ego, para ver y brillar en la luz del amor desapegado, convirtiéndonos en observadores/as desapasionad@s de nuestro interior.

Puede que al principio no sientas nada. No te agobies «pensando» en que lo estás haciendo mal: tú siempre lo haces bien, sólo es cuestión de constancia, de persistir. Cuando pronuncies las palabras, mental o físicamente, que tu actitud sea de poderío: estás ejerciendo tu autoridad de nacimiento, el poder del amor que eres. Sé rotund@ en tu invocación (recuerda que estás hech@ a imagen y semejanza de Dios/a) y luego quédate en la sensación corporal. Paulatinamente irás percibiendo tu cuerpo unificado, siendo consciente de su totalidad, como si estuviera despertando. Ánclate a esa sensación.

Tras permanecer un tiempo con estas invocaciones, antepones un «gracias», quedando así: «Gracias, Padre, por llenarme de ti», «Gracias, Padre, por llenarme de tu Consciencia», transformándolas en mantras.

UN MANTRA es la repetición constante y monótona de una frase para promover un estado diferente de conciencia. En este trabajo la repetición será constante y consciente, no monótona. Tras cada repetición permanece un rato en la sensación inducida en tu cuerpo, uniendo la frase a una frecuencia de vibración determinada. De esta manera se vuelve automática la conexión entre la intención-pensamiento (mente) y la vibración (energía).
Además, al comenzar el mantra con un «gracias», aumenta la energía asociada a tu intención. Notarás un cambio apenas perceptible, pero nítido, en tu vibración: tendrá una frecuencia más elevada al rebosar de alegría por haber recibido lo que pides. De esta manera adquieres la certeza.
Tras lanzar una invocación al Universo, lo único que falta es recibir aquello que decretas. Al agradecerlo ya lo has dado por hecho y, por lo tanto, eso es lo que tendrás. Con la invocación el Universo se pone a crearlo; con el agradecimiento lo materializa. Las «gracias» que das aceleran el proceso de creación.
Este es un proceso que lleva su tiempo, como todo, así que no esperes resultados inmediatos (sería el ego reclamando metas), sino vete disfrutando de las maravillosas sensaciones que experimentarás.
Durante un tiempo mantén siempre estos mantras en tu foco de atención. Cuando te sorprendas perdid@ en ensoñaciones, vuelve una y otra vez a ellos. Haz que todo tu ser vibre en la gratitud de ser tomad@ por esa Presencia-Consciencia que palpita en tu ser y PERMITE que todo suceda.

Cuando sientas la certeza manifiesta de estar llen@ de la Consciencia Desapegada, ha llegado el momento de descabalgarnos de la mente para vivir en la vibración consciente que somos. Pero esto lo dejamos para el siguiente artículo de este viaje por tu interior.

Ahora te toca trabajar, mejor dicho, DISFRUTAR de estas prácticas.

Un abrazo, de corazón y… ¡dale caña!
Seguimos en: «Dejándonos llevar: viviendo en el Ser»

Vibrando en el amor: amando al mundo

Con este artículo finalizamos el trabajo iniciado en los dos anteriores. Si estás escuchando los audios, sigue con ellos, son compatibles y altamente recomendables con las prácticas siguientes en las que introducirás un nuevo componente en tu labor: la intención.
La intención de vibrar en el amor dirige la atención a esa fuerza que oscila en nuestra energía. Esa intención ya la eleva en una pequeñísima cantidad, pero a base de repetir, de reenfocar la atención en ella, va soldándose a esa vibración que nos llena, energizándola y reactivándola.
Para facilitar este proceso, vive amando el momento presente sin rechazar nada de lo que te ofrezca (lo rechaza el ego, ya sabes). De esta manera, además, no crearás ninguna negatividad que te llegará de vuelta en el futuro en forma de circunstancias adversas. Al contrario, lo estarás alfombrando con la energía más elevada que existe, así que estate muy alerta en todo momento a cómo interactúas con la vida.

Antes de meternos en materia, te comento una herramienta muy poderosa que ya has utilizado anteriormente, pero ahora va a tener más relevancia.

EL PENSAMIENTO BASE

El pensamiento base es aquél en el que descansa la atención cuando no la estamos utilizando con un objetivo concreto o cuando realizamos alguna actividad que no la reclama totalmente, por ejemplo, conducir. Parte de nuestra atención la fijamos en el tráfico que nos rodea y en el ruido del motor para cambiar de marcha, pero el resto la solemos dirigir a divagaciones diversas, comenzando a perdernos en la mente. Como no prestamos atención a esos pensamientos marginales (lo importante es lo que sucede en la carretera), éstos atraen otros similares por la ley de la atracción (“la energía atrae energía semejante”), y al poco ya estamos montad@s en el tobogán de la ilusión.

Así pues, es fundamental mantener CONSCIENTEMENTE un pensamiento base en nuestra atención (residual) para no perdernos en la ilusión. Pueden ser uno o varios (lo ideal, así no decae la concentración) relacionados con lo que trabajemos en ese momento. Y los vamos alternando durante el día, según nos lo pida el cuerpo-ser en función de cómo nos sintamos a cada momento.
El pensamiento base es una potente herramienta de crecimiento personal: al reenfocar la atención una y otra vez a ese pensamiento, se produce un incremento importante de nuestra capacidad de concentración, que es la propulsora de la progresión espiritual. Además, cuanto más incidimos en un pensamiento antes lo materializamos, sea lo que sea, ejerciendo de pleno derecho el poder del ser creador que somos.

Ahora sí, vamos con el tema que nos ocupa.

 

ABRIENDO TU CORAZÓN: AMANDO AL MUNDO

Gracias a las prácticas de los artículos anteriores rebosas de amor hacia ti, así que ha llegado el momento de culminar este maravilloso trabajo.

Comienzas con la visualización “Chakras de luz-aura” y realizas unos cuantos ciclos respiratorios, llenándote de una intensa luz rosa como hemos visto en el artículo anterior. Luego dejas de enfocarte en ninguna imagen mental y te centras en la vibración de tu cuerpo, en las sensaciones que experimentas. No te costará nada (estarás relajad@ por la visualización) y te mantienes un rato flotando-vibrando en esa sensación que recorre, y es, tu cuerpo, tu energía.
A partir de ese estado de quietud, ESTABLECE EN TU INTERIOR LA INTENCIÓN DE DARTE AL MUNDO, de abrirte a todo lo que te rodea, para fundirte en uno con Todo lo que Es, amándolo sin barreras. Acoge en tu ser todo aquello de lo que eres consciente: personas, animales, objetos, ruidos, olores, situaciones, sensaciones, pensamientos… Abrázalo en tu corazón y hazlo parte de ti porque, en realidad, todo forma parte de tu ser, del Todo que eres: somos Un@ en el AMOR.
Permanece todo lo que puedas en esa sensación omniabarcante. No intentes controlar ni dirigir los pensamientos que se presenten, déjalos que revoloteen en tu campo de consciencia sin interactuar con ellos. Tampoco ansíes conseguir ningún objetivo ni esperes ningún resultado, sólo AMA: siente la vibración del Amor que eres.

Amar es disolvernos en la energía universal que nos rodea, ser uno con la Unidad. Es conectar nuestro chakra corazón al mundo sin interferencias del ego-miedo y fundirnos, sin separaciones de ninguna clase, con todo lo que la vida nos presenta. Es retirar la sutil barrera que hemos levantado inconscientemente entre nosotros y los demás que impide unirnos a Todo lo que Es.
La mente-ego reclamará su cuota de atención (la ha tenido toda hasta ahora y la echa de menos) por medio de pensamientos de reproche (“estás haciendo tonterías, ¿qué es eso de amar a Todo?, ¡eso es imposible!, ¡no pierdas el tiempo!”) o inseguridad (“¿estaré haciendo bien esta práctica?, ¿funcionará?”). Tú, ni caso, sigue abriéndote a la vida sin caer en sus cantos de sirena.

Si tienes algún pensamiento recurrente que te hace luchar con él, haz los pasos de perdonar y amar del “Ejercicio del perdón”, dándote cuenta de que todo es una creación tuya. Y te quedas en el amor del perdón.

RESPIRANDO Y AMANDO

A veces sucede que, solamente con la intención de amar, no conseguimos avances significativos. Es debido a que aún tenemos cierta cantidad de ego bloqueando cualquier intento de apertura. Para atravesarlo, céntrate en la respiración: en la inspiración notas como tomas energía de la Tierra y del Cielo por medio de los chakras raíz y corona; en la espiración sientes brotar de tu corazón un inmenso chorro de energía amorosa, inundando todo cuanto te rodea. No te centres en las imágenes visuales que puedan llegarte, sino en las sensaciones que experimentas, fundamentalmente en tu pecho, donde está el chakra corazón. Siente cómo todo tu ser se expande al mundo a través de tu 4º chakra.

Esta es una práctica ideal para cuando interactúes con una o varias personas. Imagina tu corazón unido a los suyos por un canal de energía que brota del tuyo. A través de él sientes fluir el amor en ambas direcciones, estableciéndose una profunda conexión entre vosotros. Experimentarás un intenso júbilo en esos momentos de unión energética auspiciada por tu intención de amar.

Puede suceder, si tu ego aún es muy poderoso, que no logres progresos notorios con la respiración. Entonces, trabájate esta elevadora visualización-sensación que te llevará irremediablemente a ello.


VISUALIZACIÓN: “ABRAZANDO AL MUNDO”

Imagínate de pie frente a tus seres queridos, abrazándoles con total intensidad y amor: hij@s, pareja, progenitores, herman@s, amig@s… Yo suelo empezar con mis dos hijos frente a mí: uno a mi izquierda y el otro a la derecha. Detrás de cada uno hay otras dos personas que les abrazan por su espalda y así sucesivamente. Todos miran en mi dirección y yo en la suya. Para no despistarme con la ropa, estamos tod@s desnud@s. Voy añadiendo personas en orden decreciente de cercanía emocional, apareciendo por detrás de ell@s más y más gente a las que ya no distingo sus rostros. Bueno sí, aparecen Donald Trump, Putin y otros más de su especie: hay que amar a todos sin excepción y así me obligo a ello. Voy sumando personas a este abrazo amoroso hasta incluir dentro de él (con mi intención) a todos los habitantes del planeta, uniéndonos en un estrujón fraternal de tod@s y entre tod@s. Y permanezco sintiendo este amor al mundo todo el tiempo que puedo.

Lo que comienza con una visualización acaba convirtiéndose en una profunda sensación omniabarcante de amor.
Al principio igual te cuesta un poco (haz más hincapié en la intención de amar que en la nitidez de la visualización), pero persevera en ello (la repetición es la madre de la mejora) y pronto lo harás con suma facilidad. Tú verás cómo organizas esos abrazos, a quién pones en primera fila en contacto directo contigo porque luego, al hacer el pensamiento base, va a ser lo primero y casi lo único que vas a distinguir. El resto será la intención de amar.
En otras sesiones puedes ir ampliando ese amor a todo lo que existe en el mundo: árboles, plantas, animales, ríos, mares, desiertos, montañas, ciudades… Hazlo como más te guste y, si surge de tu interior, improvisa. Así se convertirá en tu visualización: tu creación.
Cuando lleves unos días con ella, imagínate a esas personas frente a ti dando la vuelta a la Tierra y abrazándote por tu espalda, llenándote de su amor. Así pasas de sólo dar amor al mundo a recibirlo de él y advertirás cómo cambia tu vibración, tus sensaciones, haciéndote sentir más revitalizad@. Con el tiempo dejarás de fijarte en tus seres allegados, viéndote inmers@ en un mar de gente a la que amas y eres amad@.
Cuando esperes en colas, pasees o viajes quédate contemplando a las personas que te rodean. Obsérvalas sin enjuiciar ni comparar ni divagar sobre ellas. Sólo les abres tu corazón SINTIENDO que tú eres ell@s y ÁMATE CON LOCURA: percibirás automáticamente el poder del Amor palpitando en ti.

En esta práctica, la clave es SENTIR, no VER con la imaginación. Comienzas ayudándote de una imagen mental, pero permaneces, y acabas, experimentando las maravillosas sensaciones que te llenan, siendo consciente de tu energía abarcando Todo lo que Es.
Convierte esta visualización en tu pensamiento base (imagínate una foto tomada por detrás y un poco por encima de tu cabeza, en la que te ves abrazad@ a todo el mundo, en un interminable triángulo invertido en el que tú eres el vértice inferior, donde comienza todo), al que vuelves una y otra vez cuando te notes divagar haciendo tus cosas mundanas. El caso es mantener el mayor tiempo posible la intención de amar en tu campo de consciencia.

BENEFICIOS 

  1. Ésta es una eficaz visualización-sensación que va elevándote en la vibración del amor incondicional. Empezamos con los seres queridos, a los que normalmente estamos apegados, y aumentamos progresivamente la incondicionalidad de nuestro amor al no distinguir los rostros. Así conseguimos amar a todo el mundo de la misma manera que a ellos, pero sin ningún tipo de apego. De este modo ya no hay ninguna diferencia y todos vibran-vibramos en el AMOR sin etiquetas.
  2. Con el paso de los días, experimentarás intensos destellos de clarividencia: te llegan ideas que sientes como ciertas dándote una nueva visión acerca de las situaciones que vives o reacciones que tienes. El aumento de la clarividencia es consustancial a la elevación de nuestra frecuencia vibratoria.
  3. Según vayas repitiendo esta visualización, advertirás que la imagen mental de verte dando amor al mundo se transforma en un interruptor teletransportador del ego-mente a la sensación-vibración del amor incondicional que eres. Y esto eleva instantáneamente tu vibración, tu estado de ánimo. Pronto te notarás de manera diferente, con unas maravillosas sensaciones recorriendo tu ser: la alegría de amar.
    Además, esta foto mental del abrazo se convierte en el cortafuegos que impide a los pensamientos de la mente-ego anidar en tu campo de consciencia, manteniendo siempre pensamientos elevados.
  4. Otro efecto maravilloso de esta práctica es que, al mantener conscientemente un pensamiento base y regresar a él siempre que te pierdas en la ilusión, adquieres el control absoluto de tus pensamientos: no piensas en lo que el ego quiere (todas las ensoñaciones vividas hasta ahora), sino lo que el amor anhela.
    Esto supone un cambio fundamental en tu percepción personal, llenándote de paz y alegría, por sentirte dueñ@ de tu mundo interior: ahora tú decides en qué piensas. No como hasta ahora, que habías delegado esa facultad en la mente-ego y te llevaba por su mundo de ilusión, habiéndote convertido en su esclav@.

Mantén siempre este pensamiento base (o cualquier otro relacionado con el amor) en tu interior. Es el ancla que impedirá te pierdas en las ensoñaciones mentales, “enchufándote” al ser que eres.

Las prácticas de estos artículos de “Vibrando en el amor” son las más transformadoras que harás en este curso de iniciación espiritual. Realizando únicamente este trabajo en el amor (con los audios incluidos), sin haber hecho ninguna labor interior previa, te desarrollarás como persona hasta límites insospechados, aunque te resultará más fácil si has “entrenado” antes. Así que abraza al mundo todo lo que puedas, que él te devolverá tu abrazo centuplicado.

Permanece todo el tiempo que quieras con esta visualización que se convertirá en motivo de goce para ti. Cuánto más la repitas, más creces en el amor (se desarrolla aquello que se ejercita). Así que ama y ama. Deja caer todas tus barreras interiores y permite que la vida te atraviese sin oponer resistencia, como si no existieras, estando abiert@ a todo lo que te regala, agradeciendo todo.

Cuando lleves un tiempo con este trabajo, te sientas muy cómod@ con él y disfrutes amando, es el momento de recorrer la última etapa de nuestro viaje compartido. Esto lo haremos en los dos siguientes artículos, siempre y cuando te apetezca cambiar de aires. Si gozas amando y quieres continuar con ello, adelante, quédate aquí saboreando tus nuevas sensaciones hasta percibir el anhelo de continuar con tu crecimiento.
Ahora, te recomiendo ejercites lo aprendido. Si quieres, claro.

Un abrazo, de corazón.
Nos vemos en: “Dejándonos llevar: instalando la Consciencia”.

Vibrando en el amor: amándonos

Al comenzar este viaje interno tenías tu atención acostumbrada a mirar, casi permanentemente, fuera de ti, al exterior. Con el trabajo realizado has redirigido la dirección de ésta y, salvo excepciones puntuales por la necesidad de interactuar con el mundo, la mantienes orientada a tu interior. Ahora hay más luz en él y se respira un aire más puro, aunque todavía falta abrir totalmente las ventanas de tu ser para que fluya con libertad la energía más poderosa que existe: el AMOR.

Tu cuerpo es energía de amor. Pues bien, en estos momentos, si has hecho todo el trabajo precedente y escuchas los audios, lo tendrás bastante limpio de la energía del ego. Ya vibras en el amor incondicional, aunque a una frecuencia no muy elevada (hasta no hace mucho, eras una bola de ego andante). Ha llegado el momento de incrementar esa frecuencia y de quedarte, para siempre, en la vibración del amor que eres.

 

BENEFICIOS DE VIBRAR EN EL AMOR

Los beneficios que obtenemos por vibrar en el amor incondicional son muchos al aumentar de una manera muy acusada nuestra frecuencia, pero los más destacados son los siguientes.

1.- Incremento de nuestra sensibilidad para detectar el ego
Al volverte más consciente de cómo es la frecuencia del amor, en cuanto la abandonas para perderte en la ilusión notas antes el cambio, no dejándote llevar por esa energía de más baja vibración.

2.- Atraemos pensamientos más elevados
Debido a nuestro incremento vibratorio tenemos otro tipo de pensamientos, desapareciendo casi totalmente los de conflicto, decaimiento, negatividad, incertidumbre… Ya tenías pocos gracias al trabajo previo realizado, pero ahora notas tu mente plena de pensamientos de amor, de poder, de unión, de certeza

3.- Mantenemos un estado de ánimo pletórico y optimista
Al sostener pensamientos más radiantes, tu estado de ánimo lo reflejará: te sentirás más animad@ y vital, experimentando un constante regocijo interior. Ese bienestar lo irradias a los demás que se notarán mejor en tu presencia y recibirás de ellos su positividad. De esta manera, recargas y renuevas tu energía en un bucle de retroalimentación.
Además, al tener un estado de ánimo optimista, emites esa alta vibración al universo que te devolverá esa misma frecuencia en forma de situaciones de vida, convirtiéndola en un incesante carrusel de alegrías.

4.- Percibimos la conexión con el Universo-Unidad de una manera más intensa y constante
Te sientes amad@ y protegid@ por una energía poderosa e inteligente que te guía por la vida de la manera más adecuada para tu mayor crecimiento personal. Descubres un montón de afortunadas “casualidades” y sientes haber encontrado tu “sitio” en esta vida, sabiendo lo que harás en ella (tu misión). Esta certeza te llena de una fuerza interior desconocida hasta entonces, permitiéndote realizar cosas que creías imposibles.

5.- Nos convertimos en emisores/as de amor
Al practicar el ejercicio de “Chakras de luz” creaste una burbuja protectora que te aislaba de la influencia del ego circundante. Pues bien, al vibrar en el amor, esa burbuja deja de ser una coraza defensiva para transformarse en una emisora de la más alta frecuencia de vibración: el amor. De esta manera, comienzas a darte al mundo y, a consecuencia de ello, todas las personas con las que interactúas experimentan una elevación de su frecuencia vibratoria (en unas más intensa que en otras). Así, de esta manera tan maravillosa, vas elevando la vibración de este planeta, cumpliendo el propósito de tu vida: ser una fuente del amor incondicional que rebosa en ti.

VIBRANDO EN EL AMOR: AMÁNDONOS

Este trabajo en el amor está dividido en tres etapas por ser el más importante para tu crecimiento personal. Además, normalmente, es el aspecto menos desarrollado del ser que somos por vivir en un mundo separado, en el que cada uno mira por lo suyo. Y esa forma de «mirar» la vida no favorece el crecimiento en el amor.
En la primera etapa, acondicionamos nuestro subconsciente por medio de los audios subliminales del capítulo anterior. De esta manera, instalamos unas nuevas creencias que van a favor de lo que somos, no en contra, como la mayoría de las que tenemos actualmente.
En la segunda etapa, que arrancamos ahora, llenamos nuestra mente consciente de ese concepto, para, seguido, amarnos a nosotros mismos: PUNTO FUNDAMENTAL DE ESTE TRABAJO. Así, desde ese amor que colma nuestro ser, podremos amar incondicionalmente a todo lo demás, fluyendo con la vida. Eso lo veremos en el siguiente artículo, donde finalizamos este amoroso aprendizaje.

Y sin más preámbulos, vamos a la parte práctica, a lo que nos hace crecer.

1º. ACONDICIONANDO LA MENTE

Lo primero que haremos será enfocarnos en mantener pensamientos de amor. Nos repetiremos unas afirmaciones llenas de ese vocablo para integrarlo en nuestro ser.

PENSAMIENTOS DE AMOR

  1. Todo cuanto me rodea es amor.
  2. Siento amor, pienso en amor, hablo y actúo llen@ de amor.
  3. Soy el amor incondicional a Todo lo que Es.

Como alguna vez he comentado, adecúa las palabras a tu forma de expresarte, que conecten contigo y las sientas como tuyas. Cambia y retoca lo que consideres oportuno hasta dejarlas a tu gusto: conviértelas en «tus» frases.

Vete de una en una, en el orden en el que aparecen, y permanece todo el tiempo que quieras con cada una de ellas: 1, 2, 3… días. Tómate todo el tiempo que necesites y te apetezca. Llegará un momento en que sentirás debes ir a otra frase al encontrarte llen@ de la esencia de la que estás integrando en tu ser. Entonces, cambias de afirmación.

La forma de crecer con ellas es la habitual. Diariamente, cuando te encuentres en tus sesiones de trabajo interior, comienza a repetirte (mental o físicamente) la frase con una cadencia pausada y profunda, concentrándote todo lo posible en ella. Al finalizar, permanece un rato sintiendo tu vibración. Con cada repetición, percibirás cómo tu energía va elevando su frecuencia, notándote mejor. No «pienses» el significado de las palabras, sólo siéntelas. Centra tu atención en la sensación-vibración de tu cuerpo, sin perderte en ninguna elucubración mental acerca de lo que dices.
Durante el día, en tus quehaceres habituales y siempre que puedas, vuelve a estos pensamientos semilla, a ver-sentir amor en todo. Conviértelos en tus «pensamientos base». Regresa a ellos en cuanto tengas momentos de asueto mental y no necesites enfocarte en nada concreto. También, cuando te notes perdid@ en ensoñaciones, retoma una y otra vez estos pensamientos de amor. Estas ensoñaciones nos llegan al hacer algo rutinario que no necesita toda nuestra atención. Una parte de ella la enfocamos en lo que hacemos (conducir, por ejemplo) y el resto la dirigimos, normalmente, a divagaciones diversas. Pues bien, en esos momentos sigue con lo que estés haciendo y el resto de tu atención la llevas a la afirmación del día.

La última frase, tras haberte trabajado las anteriores, es especialmente poderosa para tu crecimiento. Todo lo que vives está diseñado para tu mayor desarrollo personal, así que aprovecha todas las oportunidades-regalos de la vida para elevarte y ama, especialmente, aquellas circunstancias y/o pensamientos que te generan rechazo.
Si notas que el ego te lleva, céntrate en esta frase y te conectará a la realidad que eres. Es mágica.
Cuando adviertas que ya no avanzas más por tener todas las afirmaciones incorporadas a tu ser, pasa a la siguiente práctica.

2º. CHAKRAS DE LUZ-AURA-ROSA: AMÁNDONOS

El siguiente paso es realizar esta visualización en la parte correspondiente al aura, concentrándote totalmente en ella. En la espiración llenas tu burbuja de una luz rosa vibrante que emerge de tus chakras y te interpenetra completamente, haciéndote sentir la totalidad de tu cuerpo.
Permanece unos días con esta visualización, que ya has trabajado anteriormente, hasta llegar a la «maestría» con ella. Eso sucederá cuando, sólo con la intención de hacerla, notes todo tu ser vibrando en la luz rosa. Con 2-4 días será suficiente, pero el tiempo es muy relativo, así que no te lo tomes al pie de la letra. El crecimiento espiritual por medio del trabajo interior es proporcional al tiempo dedicado y la intensidad del mismo. Y la intensidad depende de la capacidad de concentración que tengamos (normalmente baja si no ha habido un entrenamiento anterior).

Con esta visualización nos llenamos de amor, fundamento e intención del trabajo a desarrollar ahora, ya que si no nos amamos incondicionalmente a nosotros tampoco podremos hacerlo con los demás. El verdadero amor comienza por un@ mism@.

Si todavía te llegan pensamientos de reproche o no aceptación hacia ti (no te gusta el cuerpo que tienes, el cómo hablas, lo impaciente que eres, lo poco inteligente que te consideras…), haz el ejercicio del perdón. Llénate de luz violeta y ama todos aquellos pensamientos negativos que puedas tener sobre ti. Tú has sido el creador/a de esos pensamientos que han acabado convirtiéndose en creencias establecidas acerca de lo que eres. Perdónate por no haber sabido crear mejor (no sabías lo que sabes ahora) y ama tu creación, pues tal y como eres AHORA, eres perfect@.

No nos amamos porque el ego nos lo impide. El ego es sinónimo de separación y nos separa de lo que somos. Si no fuera así, él no existiría. Cuando estamos unidos a nuestra auténtica realidad, cuando vibramos en el amor incondicional, no hay separación con nada, sólo existe la unión, la Unidad, y no hay «espacio» para el ego.
El que «ve» tus imperfecciones o carencias es esa ilusión que crees ser. Estos «defectos» son el resultado de las comparaciones que él hace con el ideal de persona que supone debes ser para desenvolverte adecuadamente en este mundo.

Con el perdón no intentas cambiar las creencias que tienes, sino amar los pensamientos creados por ellas, de manera que, cuando te lleguen las habituales críticas y desaprobaciones del ego, tú solo sientas amor. Así abandonas la lucha con tus pensamientos y dejas de alimentarlos con la negatividad del rechazo, rompiendo el bucle de acción-reacción que los perpetuaba. De este modo, cambias tu vida al elevar la vibración que envías al universo, recibiendo situaciones acordes a tu nueva frecuencia vibratoria.
Tú eres amor, así que ama todo, incluyendo esas interpretaciones limitantes del ego acerca de ti. No eres lo que crees ser, no eres una idea mental, sino una sensación, una vibración.

Compagina las dos prácticas (la visualización y el perdón) hasta mantener solamente pensamientos de amor y poder («soy capaz»): los dos componentes de la energía creadora que somos. Tendrás que ir alternando entre los colores violeta y rosa, pues el perdón es la llave que abre la puerta del amor. Por ello, perdónate para poder amarte.

Este trabajo es muy importante para tu crecimiento espiritual, por consiguiente, no avances hasta sentirte totalmente amad@ por ti mism@. Para saberlo, colócate delante de un espejo, sonríe y dile a tu imagen reflejada: «Te amo totalmente. Eres perfect@ tal como eres». Si sientes en tu interior la alegría de estas palabras, sin percibir ninguna negatividad del ego agazapado, entonces ya estás preparad@ para la siguiente práctica.
Venga…, al espejo.

Un abrazo, de corazón.
Nos vemos en el final de esta apasionante trilogía “Vibrando en el amor: amando al mundo”.

Vibrando en el amor: los audios

Hola, herman@.
Ya llevas un tiempo trabajando los ejercicios de artículos anteriores y en tu vida se vislumbran cambios significativos y maravillosos. Sientes ir por el buen camino, te notas avanzar, estás creciendo, y así sigues ininterrumpidamente con tu trabajo interior: ¿para qué cambiar algo que funciona bien?
Pero puede suceder que, en un momento dado, tras un período de fuerte crecimiento personal, te notes estancad@, que no progresas, como si estuvieras en un bucle. Esto es señal de que has llegado al límite de desarrollo con los ejercicios anteriores y necesitas otro tipo de trabajo: el que haces no te permite crecer más.

Con la práctica siguiente diluirás las resistencias inconscientes que puedan quedarte para vivir en la auténtica realidad del ser que eres. Estas resistencias, generadas por las creencias ancestrales del ego de la raza humana, son las que te impiden hacerlo de una manera plena. Para lograrlo, implantaremos en el subconsciente otras procedentes de nuestra verdadera esencia. Utilizaremos unos audios muy efectivos que reacondicionarán tu interior, permitiéndote sintonizar definitivamente con la vibración del amor.
Además, con este trabajo desarrollarás, también, las cualidades necesarias para llevar a cabo la expresión de los dones que atesoras, que es tu misión para este tránsito terrenal, tu vocación y pasión. Así nada te impedirá llevar la vida más espléndida posible, convirtiéndote en la mejor versión de ti mism@, aunque esto siempre precede a lo anterior.

Y sin más adornos, nos metemos en faena.

AUDIOS SUBLIMINALES 

Estos audios («Vibro en el amor-oficina», «Vibro en el amor-arroyo», «Vibro en el amor-dormir») los grabé para mi uso personal y te los puedes descargar. Son tres grabaciones con música diferente, así no me canso de escucharlos, pero con las mismas afirmaciones. Póntelos desde el primer día que arranques con esta práctica.

Si quieres, puedes hacer una grabación específica y trabajar los atributos-certezas que desees para llevar a cabo tu misión. En las afirmaciones bastará colocar su nombre justo antes de la palabra amor, que engloba todo aquello que te ayuda a crecer, a desarrollarte. Puedes incrementar tu paciencia, seguridad, inteligencia, clarividencia, fuerza de voluntad, constancia… lo que quieras, lo que tú creas (aquí ya anda el ego rondando) necesitar.


AFIRMACIONES DEL AUDIO

– Vibro en el poder del amor.

– Vibro en la paz del amor.

– Vibro en la salud del amor.

– Vibro en la alegría del amor.

– Vibro en la abundancia del amor.

– Vibro en la sabiduría del amor.


PAUTAS DE TRABAJO

Lo fundamental en el trabajo que ahora comienzas es escuchar el audio. Si tienes el hábito de andar, llévate la grabación en el móvil y, con unos auriculares, la escuchas mientras realizas el trabajo que te detallo a continuación (así lo hacía yo). Ésta es la forma más efectiva y cómoda de trabajar con él. Además, el andar viene muy bien para el cuerpo y repercutirá en tu estado de ánimo (el cerebro libera endorfinas, hormona de la felicidad, con el ejercicio físico) cumpliéndose el dicho de “mente sana en cuerpo sano”. Eso sí, durante el resto del día aprovecha cualquier oportunidad para escucharlo. Cuanto más lo hagas, antes notarás los resultados.

En tus sesiones de trabajo interior te enfocas en las afirmaciones anteriores. Las pronuncias muy despacio (mental o físicamente) y en total concentración, permaneciendo durante un rato en la sensación-vibración inducida por el mantra. Tienes varias formas de realizar esta práctica, pero con el nexo común de que al acabar de decir una te quedas, en la espiración, sintiendo-percibiendo la cualidad dicha. Es decir, con cada afirmación comienzas desde la mente y acabas en la vibración.

Lo que nos hace crecer es la sensación, que es la consciencia de la vibración que somos. Dirigimos la atención por medio de la mente, pero luego permanecemos sintiendo-creando aquello en lo que nos enfocamos.

1.- Pronuncia tres veces cada afirmación, repitiendo el conjunto de ellas las veces que quieras. Date cuenta de que, si percibes resistencia interna con alguna cualidad en concreto, es señal de que vibras en la creencia limitante contraria. Si, por ejemplo, cuando dices: “Vibro en la abundancia del amor”, notas en el cuerpo cualquier atisbo de incomodidad es que la “enfermedad” está asentada en la manera de verte-sentirte. Lo mejor en estos casos es no luchar contra esa sensación (estaríamos creando conflicto) y dejar que la escucha del audio vaya cambiando esa sensación de “no certeza”.

2.- Repetición de una afirmación todo el día. Si has hecho el trabajo del punto anterior, llegará un momento en que querrás quedarte con una sola y, en cuanto comiences a pronunciarla, tu energía resonará en esa cualidad, como los perros de Pavlov, que al sonar la campana salivaban. Notarás tu cuerpo unificado, sintiendo todas las células vibrando en esa característica mentada por tu voluntad. Serás consciente de cómo se va robusteciendo esa burbuja que te rodea, reverberando en esa cualidad específica (poder, paz, alegría, sabiduría, salud…). Cuando te sientas totalmente impregnad@ de ella, pasas a otra certeza-cualidad.

3.- Con el tiempo, puedes quitar la palabra “amor” del final y acabarla con el atributo que desees conseguir. También, si no quieres complicarte mucho la vida, puedes repetirte: “Vibro en el amor” y ahí te quedas siempre. Ésta es la afirmación comodín, vale para todo. Ahora bien, con cada cualidad que trabajes percibirás una sensación-vibración muy especial, así pues, te recomiendo permanezcas un tiempo con cada una de ellas.

4.- Cuando lleves una temporada con el audio, si te llega algún pensamiento recurrente que contradiga cualquiera de esas afirmaciones (escasez, enfermedad, tristeza, debilidad…), repite la afirmación opuesta a ese pensamiento. En el silencio posterior, deja que la intención de esa afirmación se convierta en una ola que llene toda tu vibración. Continúa todo el tiempo en ella, en esa sensación, hasta notar tu mente limpia otra vez.

Las frases tienen más poder cuando las articulamos físicamente. La voz tiene una vibración más potente que el pensamiento, pero también es más cansado por ese extra de energía que reclama el ejercicio. Así pues, dependiendo de cómo te encuentres en ese momento, lo haces una de una forma u otra. Yo, casi siempre, lo hago mentalmente. El caso es hacerlo.

NOTAS FINALES

– Si quieres reafirmarte en tu misión o no lo tienes claro todavía, pero ansías darte al mundo, te dejo un audio («Soy un Ser Divino-arroyo», «Soy un Ser Divino-bonita», «Soy un Ser Divino-día») que me he trabajado hace un tiempo. Solo tiene una afirmación que se repite constantemente, así que su efecto es más inmediato. Si sientes que debes utilizarlo, ¡dale caña y te centrará en tu camino! La afirmación es: “Soy un ser divino realizando una misión en este planeta; recibo todo cuanto necesito para llevarla a cabo”. Disfrútalo y ya me contarás.

– ¿Qué vibración estás emitiendo?
Ahora ya tienes la suficiente sensibilidad para saber en qué vibración estás a cada momento: en la del amor o la del ego. Cuando te notes ligeramente inquiet@, negativ@, ansios@, preocupad@… ¡CAMBIA!, sonríe interiormente, abre tu corazón y quédate en la alegría de amar (puedes repetir el mantra correspondiente): ése es tu estado de nacimiento. Así una y otra vez, vuelve a tu casa, a tu ser, al gozo de AMAR.

Cuando lleves un tiempo con este trabajo, te sientas cómod@ haciéndolo y notes una vibración diferente en tu cuerpo, es el momento de profundizar más en el amor. Esto lo haremos en el siguiente artículo de este viaje compartido. Mientras tanto, dale caña a lo aprendido aquí.
Un abrazo, de corazón.
Seguimos en: «Vibrando en el amor: amándonos».

Viviendo en la luz: pautas para un trabajo interior

Ya sabes lo que eres realmente: la suma de energía de amor incondicional vibrando en lo que llamas «cuerpo» y consciencia eterna e infinita. Además, hemos visto que nacemos conectados a la Unidad y que, a causa de nuestro desarrollo intelectual y la creación de identificaciones-apegos, acabamos perdiendo la consciencia de esa conexión para vivir en la ilusión creada por la mente.

Ahora veremos cómo llegar a experimentar plenamente esa conexión. De esta manera, todo lo visto aquí no se quedará en un mero conocimiento teórico y vivirás en la CONSCIENCIA de la energía todopoderosa del amor universal vibrando en la tuya. Para lograrlo, cambiaremos la dirección de nuestro foco de atención, de la MENTE que nos creemos ser, a la VIBRACIÓN que realmente somos. Como dijo Einstein: “es de locos hacer lo mismo y esperar obtener resultados diferentes”. Si continuamos dedicando nuestra atención-energía a la mente, seguiremos haciendo lo mismo, con los resultados de sobra conocidos.

El gran cambio en nuestra vida, el cambio genuino, es dejar de fijar nuestra atención en el conocido mundo exterior, explorado y evaluado por la mente científica, y enfocarla en las profundidades del ser infinito que somos. Actualmente, la dirigimos esporádicamente a nuestro interior, generalmente cuando nos sentimos mal (el dolor nos obliga a fijarnos en él), y la casi totalidad del tiempo permanecemos “mirando” al exterior. A partir de ahora invertiremos los tiempos: la mayor parte lo pasaremos en nuestro mundo personal y lo mínimo imprescindible fuera, lo justo para poder interactuar con el mundo físico.
Este paso es muy duro: significa renunciar a vivir, por medio de la atención, en el mundo conocido de la forma y adentrarte en tu vasto y desconocido universo personal. Hay que ser muy valiente para tomar esa decisión, pero ES EL ÚNICO CAMBIO POSIBLE y, a partir de él, comienzas una nueva vida.
Al principio, tendrás un enemigo muy persistente: la impaciencia por encontrar, llegar o descubrir algo en concreto. El ansia por alcanzar la imaginaria meta de lograr tu propósito es el mayor impedimento del crecimiento espiritual. Esta ansia, nunca satisfecha, es la que trunca la mayoría de los intentos de transformación personal.
A continuación, te dejo unas pautas para tu trabajo-viaje interior, pero en ningún momento realices el esfuerzo de los ejercicios esperando sentir la conexión con la Unidad o la paz del momento presente o cualquier otra cosa. No. Si empiezas con un objetivo en concreto sería el ego guiando otra vez tu vida, y te garantizo que abandonarás. Nada satisface al ego durante mucho tiempo y la excitación por la novedad del trabajo espiritual, dará paso a la frustración ante la falta de resultados, con el subsiguiente abandono del camino emprendido.

“Entonces, ¿para qué voy a empezar, si lo que yo quiero es sentirme bien, ser consciente de esa conexión de la que hablas?”, podrías decirme.

La maravilla que vas a vivir es una consecuencia de tu trabajo personal, del cambio en el enfoque de tu atención, y nunca debe convertirse en un objetivo a lograr, porque eso va a impedirte disfrutar de lo que haces. Y si no disfrutas (por estar tan pendiente de llegar) no hay progreso.
Solo puedes tener un único anhelo: caminar sin esperar llegar a ninguna meta, solo pasear-mirar en tu interior por el goce de descubrirte y hacer las prácticas de concentración por el placer de hacerlas. Es como el que va al gimnasio simplemente por la satisfacción de entrenarse, de sentir su cuerpo en forma. Eso sí, al principio no habrá mucho placer con los ejercicios; pero progresivamente, según te vaya abandonando el ego, los irás disfrutando y al final no podrás vivir sin ellos.
Este quehacer dará frutos con el tiempo. Irás conociéndote en profundidad, siendo capaz de distinguir lo real de la ilusión que existe en ti, no perdiéndote en ella. Ganarás en autoestima, en fortaleza personal, en creatividad… Y comenzarás a amarte totalmente.
Llegará un momento en que te encantará estar a solas contigo. Esta es la señal de que el ego ha perdido el control de tu interior y ya moras en tu casa, en tu cuerpo, en el templo del Dios/a que es. De repente, un buen día, todas tus células te cantan a coro la realidad de que vibras en otra energía, haciéndote rebosar de alegría por saber que vives en un Universo que te ama, te guía y te protege. A la vez, sientes en tu interior una presencia, llena de poder y amor, que te relaja y en la que te abandonas confiad@. También te llega la certeza de que tienes una misión para esta vida, una misión que te apasiona: darte al mundo expresando los dones que atesoras. Y mucho antes de eso, descubres que viajas por un camino que no tiene fin, en el que no se “llega” a ningún lado, sólo se avanza, sólo se crece, ya que ESTÁS EN EL INFINITO VIAJE CONSCIENTE POR LA VIDA.

Dicho lo anterior (que lo vivirás), comenzamos esta travesía por tu mundo personal.

Este camino, al principio, es inhóspito y sin ningún resultado visible. Es muy parecido a cuando decidimos hacer deporte por primera vez. Las tres-cuatro primeras semanas son las más importantes, es el tiempo que tarda en establecerse un nuevo hábito. Tendremos agujetas los primeros días, es normal, hemos llevado los músculos más allá de su zona de confort. Con el tiempo desaparecen y hacer ejercicio nos cuesta menos, llegando un momento en que el propio cuerpo nos lo pide. Ese es el indicador de haber incorporado el hábito de hacer deporte a nuestras rutinas personales.
Lo mismo sucede con el trabajo espiritual: lo fundamental es establecer nuevas costumbres. Al comienzo, nos obligamos a hacerlo (esta obligación es la lucha con la inercia vigente de “no hacer nada”); pero luego esa tarea interior se convierte en nuestra nueva forma de vida.

Veamos a continuación qué nuevas rutinas establecemos, si quieres, claro.

NUEVOS HÁBITOS PARA UNA NUEVA VIDA

1º.- Pregúntate constantemente: «¿dónde está mi atención ahora?», así sabrás qué estás creando. Normalmente la tendrás en la mente. Si te descubres cavilando sobre un tema en concreto, intentando llegar a una conclusión-solución, perfecto: estás usando la mente. Si te notas divagando, elucubrando sobre esto o lo otro, recordando cosas del pasado o anticipando posibles situaciones de futuro, entonces, te está dirigiendo la mente.
El caso es que seas siempre consciente de dónde está tu atención. Eso sí, no te regañes por haberte perdido en tus ensoñaciones, ya que entonces sería el ego entrando por la puerta de atrás.

De esta manera empezamos a darnos cuenta de la ilusión creada por nuestra inconsciencia. Aquí ya alteramos el rumbo del barco que somos, dejando de estar dirigido por un capitán que va por libre (la mente no consciente), para empuñar nosotros (la consciencia) el timón. Durante un tiempo lo compartirás con ella, hasta que seas lo suficientemente fuerte para manejarlo tu sol@; pero este es el mejor comienzo.

2º.- Date cuenta de cómo te sientes, momento a momento. De esta manera advertirás cuál es la “calidad” de la vibración de tu energía. Si te sientes bien, pletóric@, sin que haya ningún motivo justificado, perfecto, estás en tu estado natural de alegría. Si hubiera algún motivo, sería el ego alegrándose por ello. Por el contrario, si te notas triste, angustiad@, ansios@, con negatividad… estás viviendo en la ilusión mental. Siempre.
Un buen método para transformar esta baja vibración es tararear, silbar… prestando toda tu atención a los sonidos que emites. Es mejor no pronunciar palabras inteligibles, estaría interviniendo la mente. Entona sonidos, que no sean los de ninguna canción conocida (mente otra vez): crea tu propia melodía. Al poco advertirás cómo tu estado de ánimo comienza a renovarse. Sigue con tu canción improvisada sobre la marcha. Llegará un momento en que habrás elevado tu vibración y te sentirás de diferente manera.
Esto es debido a que el sonido, como todo, es vibración. Si vibras con negatividad y tarareas una melodía alegre, estás introduciendo una nueva vibración en tu energía y la energía de frecuencia más alta siempre se impone a la baja. El mayor esfuerzo es comenzar a canturrear cuando estamos sumidos en pensamientos negativos, pero ese es el trabajo que conlleva el crecer. Con el tiempo te será más fácil y no solo cantarás para estar alegre, sino porque estás alegre. ¿No te lo crees?, haz la prueba y me cuentas. Si acabas dedicándote a la música, no me des las gracias: ese es tu don.

Al darte cuenta de cómo te sientes cambias la dirección de tu atención, quedándote a solas contigo, y empiezas a conocerte, a descubrirte. Al principio te generará incomodidad el mirar dentro de ti. La mente te incitará, una y otra vez, a que la tengas “entretenida” con cosas más “importantes” del exterior, del mundo que conoce. A la mente le aterra lo desconocido y, para ella, lo que realmente eres es un completo misterio. No cedas, sigue mirando lo que eres. Y, fundamental, encuentres lo que encuentres en tu interior: ¡ÁMALO! Este es el primer requisito para avanzar en este camino de descubrimiento personal: ámate en todo momento y circunstancia. Ámate, aunque te cueste, sea lo que sea que hayas hecho, dicho, sentido o pensado. El que juzga siempre es el ego; el amor (que tú eres) solo sabe amar. Si no te amas incondicionalmente, el ego te acabará sacando del camino de crecimiento que emprendes ahora.

Como resumen de este punto, y para que sea tu brújula interior, ten siempre presente que LO MÁS IMPORTANTE ES SENTIRSE BIEN. El cómo te sientes es la energía principal que mandas al Universo, y eso es lo que vas a recibir de vuelta en forma de circunstancias vitales. Según cómo te sientas, así será tu nivel vibratorio: a más alegría-bienestar más elevada frecuencia de vibración. Y la «calidad» de los acontecimientos que te lleguen reflejarán ese nivel. Tú decides, de esta manera, cómo quieres que sea tu vida.

3º.- Establece el hábito de realizar 1, 2 ó 3 sesiones diarias de ejercicios de concentración-meditación, distribuidos a lo largo del día. Cuantas más hagas, más rápido vas a desarrollar la capacidad de concentración, tu auténtico poder creador. Puedes empezar con 5-10 minutos en cada sesión y, si eres constante en tu práctica, cada vez te irá gustando más. Al principio te va a parecer una tediosa obligación: no estás acostumbrad@ a estar a solas contigo y la mente, en forma de parloteo mental, va a asaltar tu campo de consciencia para que la sigas. Si sucede esto, que sucederá, no interactúes con los pensamientos, no les hagas caso, y continúas con el ejercicio. En eso consiste concentrarse, en regresar al ejercicio todas las veces que te despistes.
Con el tiempo te sentirás más a gusto haciéndolos y los momentos de meditación serán los mejores del día. Cuando estás concentrado en algo vives en la paz de tu mundo personal, sin interferencias del exterior, y esta sensación acaba enganchando. Llegará el día en que todo el tiempo que pases despiert@ será una sesión continua de concentración y no te hará falta dedicar tiempo en exclusiva para ello. Lo conseguirás con el tiempo, no ahora, al principio.

Con estos tres hábitos instalados en tu día a día, realizando el ejercicio del perdón en aquellas situaciones que te provoquen negatividad (luego hablamos de él), y la escucha diaria de los audios subliminales que decidas crear, asentarás tus pasos por este camino que ahora inicias. Una vez adquiridas estas rutinas surge una dedicación constante a vivir en ese infinito mundo interior que vibra en tu ser y, al cabo de un tiempo, sin que te des cuenta, tu TRABAJO interior se transforma en tu DISFRUTE total. Y será impensable para ti volver a tu antigua vida, ya que estarás en el camino del crecimiento consciente y constante.

Te anticipo que los comienzos de este periplo interior son muy duros. Vas a ir, a partir de ahora, en una dirección totalmente diferente a la que lleva el mundo conocido en el que vivimos. Los dogmas del ego-separación están presentes en todo cuanto nos rodea, la energía de este mundo vibra en ella, y, lo quieras o no, nos afecta por resonancia en la nuestra. Tú, ahora, inicias el proceso para crear una isla propia, tu isla, en la que vibrará la consciencia en el amor incondicional que eres. Esto representa un considerable esfuerzo y, además, es un trabajo personal: nadie puede hacerlo por ti; pero no hay otro camino.
El hecho de que sea un esfuerzo individual no significa que lo hagas en soledad: tú nunca estás sol@. En el siguiente apartado descubrirás quién te acompaña.

HABLANDO CON TU ESENCIA DIVINA

Antes de arrancar con este viaje te recomiendo dirigirte a esa presencia, idea, imagen… que identificas como lo más sagrado, y que vive en ti. Muchos lo conocen por Dios, otros Íntimo, Todo lo que Es… Yo siempre le he llamado Padre, pero el nombre es irrelevante: llames como le llames, siempre te escucha.
Esa Presencia y lo que conoces por “Yo” es lo mismo, solo que en dimensiones diferentes. Él/la es tu aliad@ más poderos@ y siempre está contigo. Llegará un día que dejarás de ser lo que estás siendo ahora para expresar, en plenitud, ese Ser que lleva tiempo palpitando en ti.
Si nunca has hablado con Él/la, ahora es el momento de comenzar. Al principio te sentirás rar@, pero que te dé igual: es normal que suceda esto. Con el tiempo dejarás de sentir esa incomodidad y será lo habitual para ti. Más adelante ya no te hará falta hablarle, puesto que le percibirás siempre contigo.
Dirígete con humildad a esa Presencia silenciosa, amorosa y acogedora. Dile que, a partir de ahora, quieres mantener este contacto, que confías en recibir toda la ayuda necesaria para llegar a fundirte en uno con ella. Dile que quieres ser llevad@.
Puedes (yo lo hago todas las mañanas antes de salir de casa) estar un rato en su presencia por medio de una oración. Elabora una oración, tu oración, en la que pides aquello que creas necesitar. Con el tiempo, y tu propio crecimiento personal, la modificarás y tus nuevas peticiones se irán alineando de acuerdo con el amor incondicional; pero, en un principio, solicita aquello que brote de tu corazón… y abandónate en esa esencia que te acoge.

Ahora vamos con la parte práctica, con lo que nos hace crecer.

PASOS PARA ELEVAR NUESTRA VIBRACIÓN

El primer paso para elevar nuestra vibración es no crear más negatividad con los pensamientos de rechazo, lucha, impaciencia, ira… es decir, todos aquellos de no aceptación del momento presente. Sé consciente de los pensamientos que tienes, porque son los principales responsables de tu nivel vibratorio. Cada pensamiento genera una emoción. Una emoción sostenida crea un estado de ánimo, que es la energía que mandas al Universo y, por consiguiente, la energía que recibirás de él. Así pues, estate alerta a aquello que tienes en tu campo de consciencia. Lo que piensas es lo que estás creando y, eso que creas, eleva o desciende tu frecuencia de vibración.
Un remedio infalible para no crear más negatividad con los pensamientos de baja vibración es no seguirlos, dejar que se vayan solos sin interactuar con ellos. Si no puedes, por estar muy identificad@ con las formas mentales, haz el ejercicio siguiente.

El ejercicio del perdón es fundamental para nuestra transformación interior, y PUEDES EMPEZAR YA. Es el que nos permite sanar esas situaciones y pensamientos a los que estamos “enganchados” energéticamente. Al perdonar dejamos de reaccionar inconscientemente a las situaciones que vivimos, rompiendo el bucle de acción-reacción. De esta sencilla manera modificamos la vibración de la energía que enviamos al Universo.
Cualquier pensamiento o circunstancia de vida (mala salud, escasez económica, ausencia o malas relaciones personales…) que nos desequilibre negativamente, que nos altere emocionalmente, es susceptible de tratarla con este ejercicio. Con el tiempo lo harás en contadas ocasiones, porque ya habrás sanado todas las situaciones-pensamientos que te anclaban al pasado; pero mientras llega ese momento, vuelve una y otra vez a esta poderosísima práctica. No te canses de hacerla.

Ahora vamos a llenar de contenido nuestras sesiones de trabajo interior.

PLAN DE TRABAJO VIBRATORIO

1º.- Comenzamos nuestros ejercicios de concentración-meditación con “Activando la Unidad”, en la que declaramos nuestra intención de fundirnos en uno con ella.
Hazla, como mínimo, una vez al día siendo la total concentración en lo que lees. Así, leyendo, empiezas a incrementar tu capacidad de concentración. Siente cada una de sus palabras y ábrete, por medio de tu intención, a permitirte ser tomado por la Unidad. De esta manera dejamos claro a la Unidad, y a la mente, nuestro anhelo de fundirnos con ella. Cuando te notes perdid@ en el mundo de la ilusión, falto de fuerzas o desarraigad@, sumérgete en la visualización y déjate llevar por tus sensaciones en esa conexión consciente: te notarás cambiad@ al acabar de leerla.
Hazla todos los días, hasta que dejes de hacerla; así, sin más. En un momento dado estarás en otro nivel vibratorio y no te hará falta para nada. La dejarás como a una muleta que ya ha cumplido su labor.

Mientras trabajas este ejercicio procura asentar los hábitos 1 y 2, que, fundamentalmente, es centrar la atención en tu interior. Estate 2-4 meses (el tiempo es orientativo, cada persona es un mundo) hasta tener establecido firmemente el hábito de “mirar” dentro de ti. No quieras correr en este tema (sería tu ego buscando recompensas). Tómate el tiempo necesario hasta que empieces a disfrutar estando a solas contigo. Cuando lo hayas conseguido, inicias la siguiente práctica, sigas o no con “Activando la Unidad” (yo me tiré más de un año con ella).

2º.- A la vez que haces “Activando la Unidad”, en otra de tus sesiones de concentración, comienzas con “Activando Ida, Pingala y chakras”.
Este ejercicio procura hacerlo en todo momento y circunstancia. Vuelve a él una y otra vez cuando te pierdas en ensoñaciones mentales o cuando no tengas que interactuar con el exterior (esperando en colas, paseando, en el metro-tren-autobús…). Te puede costar mucho realizarlo con los ojos abiertos, pero con la repetición lo acabas consiguiendo (si dudas de ello es tu mente quien te dirige).
Al principio te “perderás” muchas veces, no importa, es lo normal: vuelves a comenzar desde el principio. Da igual las veces que te caigas, lo importante es que te levantes siempre. Con el tiempo se convertirá en tu “refugio” de los ataques de la mente-ego intentando llevarte por su mundo de fantasía; pero, al comenzar con él, tendrás un gran reto: mantener, durante un prolongado intervalo de tiempo, toda tu atención en el ejercicio. Este esfuerzo sostenido desarrollará rápidamente tu concentración y, a mayor concentración, mayor poder de crecimiento adquieres.

ESTE EJERCICIO ES LA CLAVE DE TU CRECIMIENTO ESPIRITUAL. Si lo incorporas a tu día a día, tienes garantizado el éxito en este viaje de cambio personal, porque, aparte de mejorar sustancialmente tu capacidad de concentración, limpias y activas los circuitos energéticos. No escatimes tiempo con esta práctica, es esencial.
También, mientras estás con él, procura hacer unas cuantas veces al día el ejercicio “Activando Sushumna: órbita microcósmica”. Así irás limpiando y energizando la línea Hara, imprescindible para la siguiente práctica.

3º.- Cuando ya hagas con fluidez los nadis, comienzas con «Chakras de luz”.
Al principio, y hasta dominarlo totalmente, haz el ejercicio completo. Cuando realices la parte del planeta y el universo te sentirás diferente, inclusive puede que hasta mal: es tu amor divino, tu amor incondicional, imponiéndose a las capas más profundas del ego-miedo. No te preocupes por esas sensaciones: es una buena señal. Al poco disfrutarás y sentirás una gran alegría al amar al Universo. Esa alegría es la alegría de dar.

Una vez ya puedas hacerla fácilmente con los ojos abiertos en tus quehaceres diarios, te centras en “Saludo a los chakras”, “Conexión Tierra-Cielo” y “Chakras de Luz-aura”. Cuando sientas nítidamente la conexión Tierra-Cielo, pasas a hacer todo el día “Chakras de luz-aura”. Utiliza, en principio el color violeta (irás cambiando, sin darte cuenta, al rosa según se vaya limpiando-elevando tu vibración) y permaneces semanas o meses con él. No tengas prisa en dejarlo: el ejercicio te dejará a ti.

“Chakras de luz” eleva la vibración de nuestra energía al conectarnos con la del Amor Universal, haciendo que la más baja del apego vaya desacoplándose de la nuestra. A consecuencia del aumento vibratorio, incrementamos nuestra sensibilidad y clarividencia, despertándonos del sueño de la ilusión, percibiendo más claramente identificaciones que permanecían ocultas para nuestro nivel habitual de consciencia. Además, va formándose una burbuja energética que nos aísla de la resonancia de la vibración del ego circundante. De esta manera, nuestra “isla personal de amor” no será contaminada por la polución mental de la ilusión que llena este mundo.
Llegará el día en que notarás cómo tienes creada tu burbuja protectora (es tu aura fortalecida por la energía del Amor Universal). En un momento dado, no te hará falta concentrarte en ella para sentirla: sólo con tu intención la percibirás envolviéndote completamente, sin ningún esfuerzo por tu parte. Este es el indicador de que has alcanzado un total control mental que impedirá a los pensamientos ilusorios de la mente-ego llevarte por su mundo. En este punto ya eres el/la soberan@ de tu mundo mental y serás capaz de mantener sólo los pensamientos que desees.

4º.- Tras dominar la visualización anterior, con tu burbuja creada, conviertes los dos ejercicios anteriores (“Activando Ida, Pingala y Chakras” y “Chakras de luz”) en ejercicios de mantenimiento-limpieza, haciendo dos-tres visualizaciones diarias (no te va a llevar más de 1 minuto de reloj por cada una. Yo los suelo hacer a la mañana, antes de salir de casa a trabajar y de la oración al Padre) y, durante el resto del día, te centras exclusiva y permanentemente en “Sintiendo lo que somos: vibración”.

«Chakras de luz» nos conecta a la Unidad, «Sintiendo lo que somos» nos ancla en ella. Cuanto más lo hagas más poderosa y elevada se vuelve tu energía. Si tienes momentos de agobio mental que te impidan sentir lo que eres, haz la “Respiración consciente”. A veces, por estar alterados emocionalmente, la ansiedad por llegar a percibir nuestra vibración nos impide acercarnos a ella. La respiración consciente nos lleva a un estado intermedio, al relajarnos, permitiéndonos disfrutar de lo que somos.

El objetivo de este ejercicio es pasar de la energía mental, que crea la ilusión, a la energía del amor que es nuestra esencia física. Para ello, centramos la atención en la sensación de nuestra energía vibrando. Esta vibración que sentimos es el amor que somos, que permanece siempre conectado al Amor Universal. Este amor “individual” se une, por medio de nuestra atención sostenida, al amor que todo lo llena y del que formamos parte indisoluble. Y en esta conexión recibimos todo cuanto necesitamos para crecer en armonía, según los designios de la Inteligencia Universal que palpita en la Unidad y que te guía cuando tu intención es amar incondicionalmente.
Intenta mantener siempre parte de tu atención en tu cuerpo-energía, a la vez que interactúas con el exterior: así permanecerás unid@ a tu ser y nada de fuera te desequilibrará. Cuando el mundo exterior no reclame tu atención, céntrala en tu energía, en tu amor. Al concentrarte en ella vas desarrollando y fortaleciendo tu vibración, tu luz, a la vez que la sensación de conexión con la Unidad se vuelve más intensa. Notarás cómo el mundo exterior pierde al poder de alterarte, de desequilibrarte, y comienzas a vibrar en una paz y alegría más profundas cada día. También, descubrirás con más facilidad los pensamientos de la mente-ego que te llegan y serás capaz de dejarlos pasar, sin seguirlos, quedándote anclad@ al momento presente.
De esta manera, te vas centrando-viviendo permanentemente en el Aquí-Ahora, el punto de conexión consciente con la Unidad. Y, a partir de aquí, fluyes con la vida, siendo un@ con ella. Habrás dejado de vivir en el mundo de la ilusión, el mundo de la separación, dándote cuenta de que todas las experiencias vividas hasta ahora han sido una amorosa preparación para este momento de conexión plena. Y la luz del amor que irradias elevará la vibración de las personas que se crucen en tu camino, ya que EMANARÁS LUZ DE AMOR DIVINO.

RAZONES PARA ESTAS PAUTAS DE TRABAJO

Si el ejercicio final, y en el que vamos a permanecer todo el tiempo, es el de “Sintiendo lo que somos: vibración”, ¿por qué no empezamos con él directamente y así ahorramos tiempo y esfuerzo?
Si comenzáramos con este ejercicio, lo haríamos durante un tiempo, no mucho, e irremisiblemente lo acabaríamos dejando. ¿Por qué?
Estamos muy llenos de la energía del ego. Esta energía es la que impide, a la consciencia que somos, permanecer en el cuerpo que es su casa. Es decir, el ego nos ha sacado de la casa-cuerpo que habitamos. Llevamos toda la vida fuera de nosotros, de nuestro hogar. Todas las reacciones, decisiones, pensamientos, emociones, actitudes, etc., son una creación de él. Por decirlo de otra manera: estamos poseídos por el ego. Él es quien gobierna nuestra vida y el que “vive” en la energía que somos.
Si empezamos directamente con el ejercicio de “Sintiendo lo que somos”, si intentamos de entrada “vivir” en nuestra casa, el ego (que lleva muchísimo tiempo en ella) nos echaría a patadas. Piensa por un momento la fuerza que puede tener el ego-mente en tu vida. Llevas con él muchos años y le has permitido ser tu dueño y señor. La consciencia que eres siempre ha querido volver a su hogar otra vez (ese es el anhelo que te ha hecho llegar hasta aquí), pero es muy pequeña, es una niña inocente. Y una niña poco puede hacer frente a un adulto embravecido. Así que para poder “entrar a vivir” a nuestra casa, antes hay que limpiarla del ego, de ese poderoso ser-ilusión que nos llena. Y la única manera de limpiarnos de la vibración del ego es elevando la vibración de amor que somos, permitiendo así que la Consciencia Universal pueda “vivir” en nuestra energía.
Para conseguirlo, lo primero que hacemos es pedir ayuda (l@s niñ@s piden ayuda a sus Padres): manifestamos a la Unidad nuestro deseo de ser llevad@s por ella, no por la fantasía que nos vive. Por lo tanto, empezamos “Activando la Unidad”.
Luego, ponemos en forma la energía que somos, movilizando los circuitos y vórtices energéticos de nuestro cuerpo, para facilitar esa unión, “Activando Ida, Pingala y Chakras” y “Activando sushumna: órbita microcósmica”.
Tras haber activado nuestra estructura energética, es cuando conectamos conscientemente nuestra energía a la Unidad por medio de “Chakras de Luz”. Con esta conexión vamos limpiando nuestro cuerpo-energía de la del ego, al recibir la elevada vibración del Amor Universal.
Una vez depurada nuestra energía, creamos una burbuja protectora que impedirá resonemos en la disfunción que nos rodea, por realizar diariamente nuestros ejercicios de mantenimiento.
Limpi@s ya de la mayor parte de la baja vibración del ego (tenemos mucho incorporado y a niveles muy profundos) es cuando podemos descansar en nuestro cuerpo-templo “Sintiendo lo que somos: vibración”. Con este ejercicio, la consciencia fortalecida que ya serás acabará de erradicar cualquier resto de ego agazapado en tu interior.
De esta manera, y día a día, la luz que emana la casa que habita tu consciencia será más intensa, más radiante: TE CONVERTIRÁS EN UN FARO, e iluminarás el camino de aquellos caminantes que buscan el regresar a su hogar.

Este camino, que ahora emprendes, es para toda la vida. Ya nunca volverás a tu antiguo ser: ni querrás ni podrás, porque aquello que aumentas en consciencia nunca lo pierdes. Ese aumento es lo que creces, lo que evolucionas, puesto que la vida es un constante crecimiento, una continua evolución, un perpetuo cambio.
Así que, ahora, herman@, deja que la vida te lleve de su mano, porque, como ya sabes, tú, en realidad, no eres nada ni nadie: sólo eres Consciencia. Permite que todo sea tal como es y relájate, llen@ de paz y confianza, en la energía del amor que te acoge. En esa energía que siempre ha permanecido conectada a la Unidad.

Empieza a caminar y ¡dale caña!, ¡es una maravilla lo que te espera!
Cualquier problema, duda o sugerencia, házmelo saber, por favor.
Cuídate, herman@, y… ¡DALE CAÑA!

Cuando lleves unos cuantos meses trabajando lo aprendido hasta aquí, y disfrutes haciéndolo, es el momento de continuar creciendo:VOLVIENDO AL CAMINO.

El Ser que somos y nuestra misión

Ya tenemos acondicionada la mente al haber trabajado las verdades del artículo anterior y comenzamos a ver la vida de una manera diferente. Ahora vamos a añadir la guinda al pastel mental que hemos cocinado, con tanto cariño, en este rincón de la luz.

Aunque ya te he dado unas cuantas pistas en entradas anteriores, ha llegado el momento de descubrir lo que realmente somos. Quizá te sorprenda, porque somos mucho más hermosos y poderosos de lo que nos transmite esta sociedad en la que vivimos, pero tampoco debe extrañarte: estamos en un mundo dirigido y gobernado por el ego que creemos ser.
Como seres, somos la suma de un cuerpo (energía), que nos permite tener experiencias sensoriales en este mundo físico, y de una consciencia que es la que faculta darnos cuenta de eso que somos

Veamos con más detalle cada uno de estos componentes.

SOPORTE FÍSICO

Hemos visto en el primer artículo de esta web cómo nuestro cuerpo, que parece sólido y compacto, es, en realidad, energía vibrando, creando continuamente aquello a lo que prestamos atención. Es decir, somos seres creadores, somos los arquitectos de nuestra vida, pero la sociedad nos inculca que carecemos de cualquier poder creador, que todo aquello que nos sucede es producto de la buena o mala “suerte”.
Además, en relación con nuestro cuerpo y el Universo físico en el que vivimos, hay un concepto capital que lo cambia todo. Para comprenderlo mejor, veamos la definición de la palabra fuerza. Según la física: “es cualquier acción, esfuerzo o influencia que puede alterar el estado de movimiento o de reposo de cualquier cuerpo. Esto quiere decir que una fuerza puede dar aceleración a un objeto, modificando su velocidad, su dirección o el sentido de su movimiento”.
Sabemos que todo aquello con existencia física en este mundo es energía vibrando, electrones girando en diferente número y velocidad alrededor del núcleo de los átomos. Si los electrones se mueven en torno al núcleo es debido a la existencia de una fuerza que los atrae hacia él, impidiendo se pierdan en el infinito. Esta fuerza, conocida por fuerza electromagnética en el mundo científico, es la que mantiene unido este universo en el que vivimos y la conocemos comúnmente por su nombre de calle: AMOR.

Todo lo que tiene una existencia física ES gracias al amor, así pues, vivimos en un Universo de amor, aunque no lo vemos así. Solo percibimos las partículas girando, lo que podemos medir con los instrumentos científicos. Sin embargo, la esencia de esa fuerza que cohesiona todo es invisible para el mundo de la investigación que busca datos evaluables y contrastables. El amor está, pero es indetectable, aun siendo la causa del giro. Por lo tanto, tu cuerpo, ese instrumento que tienes para desenvolverte en este mundo, es energía vibrando en el amor: eres amor materializado en un cuerpo humano.

Pero ¿de qué amor estamos hablando?

Esta fuerza no piensa, no elucubra, no calcula. Esa fuerza es poder de atracción, de unión, sin establecer diferencias ni condiciones de ningún tipo. El auténtico amor es INCONDICIONAL, es el amor de Dios, es divino. Por el contrario, el amor egóico siempre es CONDICIONAL: “te amo mientras satisfagas las carencias que, como ego, creo tener”. Por eso hay tantas roturas de parejas: los egos se unen entre ellos creyendo amarse, pero el ego y el amor incondicional son incompatibles. Si la evolución de los miembros de la pareja es dispar, tarde o temprano se produce la ruptura. Esta “condicionalidad” del amor egóico se manifiesta en todos los órdenes de la existencia: un padre sería capaz de dar la vida por un hijo, pero no la daría, conscientemente, por el hijo del vecino. Ahora bien, si ese hijo del vecino está suplicando ayuda atrapado en su casa ardiendo, probablemente, esa persona se adentraría en el fuego para salvarle, aun a riesgo de morir. Esto último lo hace sin pensar y, al no pensar, emerge la auténtica realidad que somos: AMOR DIVINO.

Por otra parte, está comprobado científicamente que emitimos luz. No la vemos, es imperceptible para nuestros ojos, sin embargo, la irradiamos. No somos conscientes de ella, pero es nuestra realidad: tú decides cómo lo interpretas, cómo lo vives. No nos vemos como luz, como vibración; nos vemos como materia, como trozos de carne. Esta carne se quedará aquí, convirtiéndose en polvo; la luz que somos se fundirá con la luz universal, con la Unidad, brillando en ella eternamente.

Así pues, nuestro cuerpo es energía de amor vibrando, con la particularidad de estar creando constantemente aquello a lo que prestamos atención, a la vez que irradia ese amor al resto del Universo.
¡Qué pasada!, ¡¿a que sí?!

CONSCIENCIA

Este cuerpo, como todos sabemos, tiene fecha de caducidad. Es el coche alquilado en el que “viajamos” por esta vida y llegará un día en que lo devolveremos. Ahora bien, si nos damos cuenta del cuerpo que habitamos o de los pensamientos que mantenemos, es que hay algo más. Y “eso que se da cuenta” es la esencia de nuestro ser: SOMOS CONSCIENCIA SIENDO CONSCIENTE DEL SOPORTE FINITO QUE HABITA. Esta Consciencia que permite “darme cuenta” de este cuerpo, de mis pensamientos y de lo que me rodea, es la misma que la tuya y la de todos los seres humanos, lo único que cambia es el habitáculo-energía en el que “vive”. Tú provienes de unos ancestros diferentes a los míos o no, pero nuestra auténtica realidad es lo mismo en todas las personas: somos Uno en la Consciencia.
A diferencia del cuerpo, que tiene una etapa de crecimiento y plenitud para luego ir menguando, perdiendo facultades, la consciencia va creciendo de una manera constante, más o menos rápida, según incrementamos nuestra capacidad de concentración. Siempre está evolucionando, desarrollándose en una perpetua expansión.
Además, esta consciencia no tiene entidad física, no está formada por electrones ni átomos, por lo tanto, no pertenece a este universo de energía en el que estamos. Por ello, igual te suena esta frase: “vivimos en este mundo, pero no somos de él”. Tampoco proviene de la mente, que es una forma de energía, ya que los pensamientos que mantenemos cambian la vibración de las ondas cerebrales.

La consciencia es el acto de darse cuenta. Es observar sin pensar, sin calcular: es mirar sin ver. Utilizando un símil gramatical, la consciencia es un verbo, una acción, no un sustantivo como puede ser el Universo o cualquier entidad física. Esta consciencia que somos es testigo y no juzga; observa y no interpreta… sólo ES.

EL SER QUE SOMOS

Podría resumirse en dos palabras: YO (cuerpo) SOY (consciencia). Si deseamos ser más prolijos en la explicación, diríamos que somos seres creadores irradiando luz de amor a este mundo, siendo conscientes de ello. De manera que, somos SERES DIVINOS CONSCIENTES.
Esta es nuestra auténtica realidad como seres: todos somos seres divinos, sin excepción. La única diferencia es si somos o no conscientes de nuestra divinidad, del poder creador que tenemos por nacimiento y del amor que impregna nuestra energía.

La sociedad actual nos aleja de nuestra verdadera esencia al identificarnos por el cuerpo que tenemos, que solo ve como un trozo de carne andante. Nos clasifica y numera como seres independientes para diferenciarnos unos de otros, pero no interpreta los datos científicos como la realidad que nos muestran: la energía de amor que somos tiene el poder de crear.
Además, si tienes cierto recorrido interior, hay una creencia muy extendida en el mundo espiritual que impide alcanzar nuestra auténtica realidad como seres. Esta creencia, auspiciada por el ego resistiéndose a morir, nos dice que vivimos muchas vidas, creciendo y perfeccionándonos en cada una de ellas, para, al final, fundirnos en uno con todo lo que es. Pero nosotros ya somos perfectos tal como somos ahora. Estamos hechos a imagen y semejanza de Dios (pon otro nombre si éste te incomoda): nuestra consciencia es SU consciencia, nuestro cuerpo el equivalente al Universo (el cuerpo de Dios). Por lo tanto, nada tenemos que perfeccionar, solo abandonar la falsa creencia de considerarnos imperfectos, de haber nacido con el pecado original (ya sabes de qué religión viene esta creencia, ¿no?). Somos seres de luz, seres perfectos, seres divinos, AHORA, tal como somos en este preciso instante.

Por lo tanto, comienza a verte y sentirte (si quieres, claro, ésa es tu libertad) como la realidad que eres: un ser de luz, un ser todopoderoso, transmitiendo amor hacia todo lo que es, hacia todo lo que vibra en este Universo de amor que te acoge.

NUESTRA MISIÓN

Como seres conscientes podemos aprovechar cada circunstancia adversa de la vida para transformarla en una oportunidad de desarrollo y evolución personal. Ahora bien, si queremos “entrenarnos” para crecer de una manera más acelerada, transformándonos en seres más hermosos día a día, debemos trabajar los dos componentes que nos constituyen: la consciencia y el soporte que la acoge.
El desarrollo de la consciencia se produce con el incremento de nuestro poder de concentración. Al concentrarnos en algo amplificamos la percepción de ello, dándonos cuenta de detalles que antes pasaban desapercibidos a nuestros sentidos o nuestra comprensión. Es decir, aumenta nuestra sensibilidad, nuestra capacidad de descubrir matices, volviéndonos seres más despiertos.
Otra de las ventajas del desarrollo de nuestra concentración es el aumento de la capacidad de centrarnos-anclarnos en la paz del ser que somos, sin dejarnos llevar por las emociones de nuestras identificaciones que, normalmente, dirigen nuestras decisiones. De esta manera vamos despertando del sueño que vivimos, creciendo en la consciencia que somos.

Esta forma de trabajo la realiza casi todo el mundo “espiritual” y es la base de la meditación, pero para desarrollarnos armónicamente como seres hay que ejercitar, también, el cuerpo-energía que tenemos, la morada de nuestra consciencia. Para ello solo hay que elevar nuestro nivel vibratorio que, a su vez, aumentará el nivel de consciencia. Al incrementar la vibración vamos despojándonos de los apegos energéticos de la mente-ego, debilitándola. La mente es la que nos pone todas las trabas posibles para concentrarnos. No puede estar quieta, necesita estímulos constantemente para que tenga sentido su existencia. La mente es variedad, cambio, excitación… justo lo contrario de la inmovilidad y paz de la concentración.

Tras llevar un tiempo realizando un trabajo interior en los dos aspectos del ser que somos y haber sentido la conexión consciente con la Unidad, sucede un descubrimiento sustancial. En un momento dado, y debido a nuestra elevación vibratoria, surge en nuestro interior la necesidad imperiosa de darnos a los demás, de entregarnos en amor al planeta-humanidad en el que vivimos. Nos preguntamos: “¿cómo puedo ayudar a este mundo?”. En respuesta a ese anhelo del ser de amor que somos, la consciencia de Dios que habita en nosotros nos muestra el don o los dones que vibran en nuestra energía para compartirlos con los demás.
Esos dones son las características especiales y únicas que tenemos cada uno de nosotros: son los tesoros de creatividad que poseemos para entregar a la humanidad. En unos casos puede ser pintar, componer música, hacer muebles o cuidar plantas; en otros cantar, escribir, sacar fotografías, atender ancian@s o cocinar. Todo aquello que hacemos con facilidad y que, además, disfrutamos haciéndolo son los talentos que vibran en la energía que somos.

Todos los seres humanos somos iguales y diferentes a la vez. La consciencia es la misma en cada uno de nosotros, pero la expresión de la energía de cada cuerpo es individual y todos, absolutamente todos, tenemos uno o varios dones que podemos poner al servicio de la humanidad o del planeta que habitamos.

Cuando das conscientemente estos dones a los demás te conviertes, no solo de palabra, si no de hecho, en un genuino Ser Divino realizando el propósito de tu vida en este planeta. A partir de ese momento sientes en su máximo esplendor cómo el Universo pone todo a tu favor para que consigas el mayor desarrollo de tus dones, de tu creatividad, ya que, en realidad, es la energía de la Unidad la que se manifiesta por medio de tu don. Al dar tus talentos al mundo, te conviertes en un vehículo de transmisión de la energía divina a este universo físico, eres la flauta hueca a través de la cual la Unidad toca su melodía de amor. En esos momentos de creatividad no hay ego, solo la vibración del Universo expresándose a través de tu energía: eres uno con la Totalidad creando por mediación de tu cuerpo.

De esta manera tan maravillosa entras a vivir tu nueva vida, la del Ser Divino que eres, dejando de ser un “buscador/a” para sentir haber encontrado tu “sitio” y misión en este planeta.
¿Que no te lo crees?, trabájate durante un tiempo las prácticas y ejercicios del próximo artículo (sé constante, ésa es la única clave del éxito), Viviendo en la luz: pautas para un trabajo interior”, y me comentas.
Nos vemos allí.
Un abrazo, de corazón.

La reconexión: el regreso a casa

Como vimos en el primer artículo: “… todo aquello que tiene una expresión física en este universo, al estar constituido por átomos, es energía vibrando; todo sin excepción. El Universo es vibración, lo único que varía es la frecuencia de esta, lo “rápido” o “lento” que vayan los electrones. Lo que aparenta ser más sólido vibra a una frecuencia más baja y lo más sutil a una más alta, más rápida. Si calentamos un cubo de hielo se transforma en agua líquida y si la seguimos calentando se vuelve vapor. Es agua en los tres casos, el mismo elemento, pero su apariencia, su estado físico, es diferente porque ha cambiado su frecuencia vibratoria debido a la energía recibida del calor”.

Como el Universo es vibración, podemos decir que existe una vibración universal que engloba todas las demás. De esta manera, entenderemos que todo lo que tiene consistencia física está conectado a esa, y en esa, vibración universal. Esta ÚNICA VIBRACIÓN, que todo lo llena, es la Unidad. Por lo tanto, todos los seres vivos y no vivos formamos un solo Ser en el que vibra la energía del amor. La fuerza de atracción entre los electrones, la que los mantiene orbitando alrededor de su núcleo correspondiente, se la conoce en el mundo científico por “fuerza electromagnética”, pero en el lenguaje de calle se le conoce por AMOR. El amor es el «pegamento» que mantiene unido este universo físico fundamentado en la inclusión: nada puede haber “fuera” de él. Y este amor, al incluir todo sin distinciones de ningún tipo, es INCONDICIONAL: la más alta vibración que existe.

ESTA VIBRACIÓN UNIVERSAL DE AMOR INCONDICIONAL, Unidad, es el “cuerpo” de Dios (pon el nombre que quieras a lo más íntimo y sagrado que palpita en tu interior. Yo, por ejemplo, lo llamo Padre) y su «alma», su esencia infinita, es la Consciencia que vive en ti. Buscando la comparación con el ser que somos, nuestro cuerpo es el equivalente a la Unidad; tu Consciencia y la de Dios, una sola. Así pues, y seguro te suena, estamos hechos a imagen y semejanza de Dios.

Ahora, para meternos en materia, vamos con un cuento.

LOS OKUPAS

Tengo una casa (mi cuerpo-energía, el templo de Dios) grande, con muchas y enormes habitaciones, una piscina olímpica, jardines preciosos y unas vistas maravillosas. Pero ahora, en ella, viven unos okupas: la cuadrilla del Ego.
¿Cómo sucedió esto? Os lo cuento.
Desde muy pequeño he vivido en esa casa, aunque siempre me sentía muy solo en ella. Conocí a un niño de la misma edad que yo, y nos volvimos inseparables. Se llamaba Pensamiento. Nos pasábamos todo el día juntos, jugando y riendo. Yo solo quería estar con él, con ninguno más. Se convirtió en mi mejor y único amigo. Disfrutaba mucho hablando con él, porque era enormemente gracioso y dicharachero. Además, era muy inteligente y yo, en caso de duda, siempre hacía lo que Pensamiento consideraba correcto. Así me quedaba tranquilo, sabiendo que había tomado la mejor decisión.
Al cabo de un tiempo le invité a vivir conmigo: aceptó sin dudarlo. La convivencia era maravillosa, muchas veces no hacía falta ni que habláramos: nos entendíamos con la mirada. Eso sí, de vez en cuando discutíamos, pero al final, invariablemente, acababa dándole la razón: ya he dicho que era muy inteligente.
Pasaron los años y fuimos creciendo juntos en aquella enorme casa. Comencé a trabajar en la ciudad y, cuando tenía algún problema con alguien o debía tomar una decisión importante, le llamaba por teléfono para saber qué podía hacer al respecto. Yo seguía sus certeras indicaciones sin cuestionarlas, ¿para qué?, si era más listo que yo.
Un día me comentó que tenía un amigo al que apreciaba mucho. Me preguntó si podía traerle a vivir con nosotros. La casa era muy grande y a él le haría compañía mientras estaba solo. Se llamaba Dinero y era un buen tipo, me dijo.
Sin pensarlo le contesté que sí. Quería que Pensamiento estuviera feliz, y si él decía que Dinero era bueno, es que era bueno.
Y, efectivamente, con Dinero me lo pasaba muy bien. Había viajado mucho por el mundo y contaba unas anécdotas muy entretenidas que me encantaba escuchar.
Un tiempo después, Pensamiento me anticipó que iba a llevar a otro amigo. Se llamaba Relaciones y estaríamos muy a gusto con él. “De acuerdo”, me dije, “Pensamiento nunca se equivoca”. Este también era majo: no muy hablador y un poco inquieto; pero bien con él.
Fueron pasando los meses y mi gran casa se fue llenando de más amigos suyos: Religión, País, Familia, Estatus… Pensamiento ya no me consultaba si podían o no vivir con nosotros, simplemente aparecía por allí con uno nuevo y se quedaba. La casa parecía ser de Pensamiento, sin embargo, no me importaba: él siempre sabía lo que hacía.
Cada uno de sus amigos era diferente a los demás y, al principio, todo era perfecto; pero luego, su comportamiento empezó a disgustarme: hablaban muy alto entre ellos, discutiendo muchas veces, y se decían palabras muy fuertes. Además, comenzaron a sugerirme las cosas que debía hacer: sacar la basura, poner el lavavajillas, pasar la aspiradora… Ellos parecían los jefes y yo el sirviente. Como me seguía llevando muy bien con Pensamiento, por no buscar conflictos, callaba; pero no me encontraba a gusto en mi hogar.
Según llegaban más amigos de Pensamiento yo me iba sintiendo peor allí. Así pues, un día hablé con él, explicándole los motivos de mi incomodidad. Se rio despreocupado: «Son tonterías. Mis colegas viven encantados aquí, todo marcha sobre ruedas, y es normal tener diferencias en cualquier convivencia. No te preocupes, no veas fantasmas donde no los hay«, me respondió.
Tendrá razón, como siempre”, pensé. Dejé correr el tiempo, esperando se calmara todo, pero mi malestar aumentaba día a día. Se me ocurrió que, para estar todos más cómodos, sería una buena idea llevar a cabo una profunda reforma en la casa: dividir las habitaciones para que sus compañeros tuvieran más intimidad (dormían dos en cada una), poner calefacción de gas (tenía eléctrica y no daba mucho calor), levantar un invernadero a un costado de la piscina (las flores me gustaban cada día más y en invierno los jardines se quedaban muy tristes) y contratar un empleado del hogar. Tenía la certeza de que así me sentiría mucho mejor y me notaba lleno de ilusión, con ganas de empezar una nueva vida en aquella casa.
Cuando le comenté a Pensamiento mis planes se encolerizó, poniéndose hecho una fiera. «¡Ni se te ocurra modificar nada! Mis amigos y yo estamos muy felices así, no hay necesidad de hacer ningún cambio. Si estamos todos bien menos uno, el problema es tuyo, no nuestro«.
Le respondí, chillando, que daba igual de quien fuera el problema. Aquella era mi casa e iba a reformarla completamente: ¡allí mandaba yo, y punto!
Al oír los gritos de la discusión, todos sus amigos salieron del gran salón (estaban viendo una serie de Netflix) y se pusieron de su lado, amenazándome con hacerme daño si cambiaba algo. En ese momento pasé mucho miedo: eran demasiados contra mí y sus torvas miradas mostraban una fuerte determinación. Allí acabó todo: decidí no enfrentarme a ellos.
Actualmente, él y sus amigos viven en mi casa y yo (la consciencia que soy) fuera, perdido en el mundo. Soy un “sin techo”, pero parece que no soy el único: la calle está llena de gente como yo.

Así estamos viviendo: fuera de casa, fuera de nuestro cuerpo. Tenemos nuestra consciencia-atención vagando por el mundo exterior, alimentando esa idea de la separación. Nos notamos separados de los demás, porque todavía no nos hemos unido a nosotros mismos. Cuando dejemos de estar divididos y seamos conscientes del templo que habitamos, entonces seremos conscientes de los demás, percibiendo cómo en todos nosotros vibra la misma energía.
Si ansías volver a casa, para ponerla a tu gusto y vivir feliz en ella, sigue leyendo y descubrirás el camino a seguir.

LA RECONEXIÓN: EL REGRESO A CASA

Venimos a este mundo conectados a la Unidad. Supongo que no te acordarás, pero cuando eras un bebé no “sabías” nada. No te sentías separado, ni distinguías entre “yo” y lo demás. No anticipabas lo que pudiera sucederte ni perdías un instante en recordar qué habías hecho el día anterior: eras un bebé. Vivías momento a momento, con toda tu atención en ese colgante suspendido en la cabecera de tu cunita o en la amorosa sonrisa que te dedicaba tu amatxu. En tu mundo no existía nada que no fueras tú: estabas conectad@ a la Unidad.
Si quieres recordar lo que eras, fíjate en cualquier bebé o niñ@ menor de 2 años y sabrás de qué te estoy hablando.

LA SEPARACIÓN
Según pasan los años, y se incrementan tus facultades mentales, comienzas a pensar y, al verte constreñid@ en un cuerpo individual, te identificas con él: “yo soy este cuerpo y lo demás NO soy yo”. Ya estás separad@.
Con tu desarrollo intelectual los pensamientos absorben tu atención y empiezas a soñar despiert@. En función de las circunstancias de vida que experimentas, te imaginas un posible futuro o revives hechos y situaciones del pasado. También adquieres la costumbre de interpretar las situaciones vividas en función de ese “yo” particular y separado. Según los resultados de estas interpretaciones y de lo que te dicen los demás (en especial tus padres), vas añadiendo atributos a eso que crees ser: “soy impaciente”, “soy tranquil@”, “no tengo fuerza de voluntad”, “tengo mucha confianza en mí”… Ya estás viviendo en la ilusión creada por la mente, considerándote la suma de las virtudes y defectos que crees tener. Ya has perdido la conexión con la que “llegaste” a este mundo. Tu “Ser” se reduce a una suma de conceptos y juicios mentales: te has convertido, nos hemos convertido, en una mente con piernas.
A partir de aquí, comenzamos a cargarnos de identificaciones con aquello que creemos forma parte de nosotros, de nuestro “yo”: padres, hermanos, religión, país, pareja, trabajo, hijos…, con sus correspondientes apegos. Cada apego es un “trozo” de nuestra energía desviada a aquello con lo que nos identificamos, uniéndonos energéticamente a ello. La suma de todas estas identificaciones, y sus apegos correspondientes, es lo que forma el ego: ese personaje ficticio que nos creemos ser. De esta manera, nuestra energía principal (estado de ánimo) se divide, convirtiéndose en la suma de todos los apegos que mantenemos. Ya hemos perdido nuestra paz y libertad interiores, al depender de algo externo a nosotros. Todo esto se traduce en una energía de baja vibración (fíjate en el mundo que nos rodea y te darás cuenta de ello), sinónimo de escasa sensibilidad.
Además, este ego nos genera una intranquilidad de fondo, producto del miedo a la muerte (nacido de la identificación con el cuerpo que habitamos), haciendo descender, aún más, nuestro nivel vibratorio. Debido a esta baja vibración, somos incapaces de percibir la apertura existente en nuestro corazón (contempla a este bebe que te mira y verás un corazón abierto a ti) y que nos conecta a la energía que llena este universo físico. Esta apertura es el amor incondicional vibrando en nuestro cuerpo-energía y, debido a nuestro ego, no podemos conectarnos a él, no podemos sentirlo.

LA RECONEXIÓN
La única forma de volver a sentir esa apertura en nuestro interior es liberándonos de las cadenas que nos mantienen atad@s a esas identificaciones ajenas a la realidad que somos. Con cada apego que desterremos de nuestra energía, experimentaremos dolor porque nuestra vibración cambia en el momento de esa ruptura energética; pero al poco vibramos en una frecuencia más alta, al “recuperar” la energía desviada a esa identificación. Es como cuando llueve: durante unos días el agua de los ríos fluye sucia, arrastrando barro y piedras. Al poco, esas aguas las vemos más transparentes y limpias que antes, al haberse barrido el fango del cauce.
Tras alcanzar cierto nivel vibratorio, por habernos librado de más apegos, llega un momento en que advertimos un cambio en nuestra consciencia personal, sintiéndonos unidos a algo que trasciende nuestro cuerpo y, al mismo tiempo, forma parte de él. Antes de llegar a este punto, experimentaremos una gran conmoción interior al darnos cuenta de que todo el mundo va por el camino equivocado menos nosotros (“¿soy el único cuerdo en este mundo de locos?”, pensaremos). Acompañando a este descubrimiento intelectual, gracias a las experiencias que nos regala el Universo, sufrimos un desgarro en nuestro interior, en nuestra energía, al liberarnos del apego más profundo que tenemos. Esta fractura interior lleva asociado un fuerte cambio vibratorio, produciéndose una crisis total. Nos sentimos morir y, efectivamente, es una muerte: la de nuestra identificación con el ego. En estos momentos (pueden durar meses) nos vemos solos y desamparados en este mundo, abandonados por todo y todos. Es como una travesía por el desierto.
¿Qué ha sucedido? Nuestra energía, hasta entonces vibrando en la energía del mundo del ego, se separa de ella, uniéndose a algo, no muy definido todavía; pero diferente a todo lo conocido hasta entonces. Esta separación de la energía egoica, que nos daba la fuerza que creíamos tener, nos deja exhaustos, vacíos: muertos.
En realidad, experimentamos un renacimiento: abandonamos-morimos en el mundo de la ilusión de la separación, el mundo de la mente-ego, para renacer en otro. Este, físicamente, es el mismo que conocemos, pero diferente para nosotros porque, ahora, estamos vibrando en la frecuencia del amor incondicional y todo lo vemos desde una perspectiva totalmente nueva e integradora. Con el tiempo, esta sensación, difusa en un principio, se va afianzando; volviéndose más nítida y clara, sintiéndonos llenar, día a día, de una energía vibrante y poderosa.
Aquí ya somos conscientes de nuestra conexión con la Unidad: YA ESTAMOS RECONECTADOS.

La conexión con la Unidad es la unión de nuestros circuitos energéticos a la energía del Amor Universal que todo lo llena, permitiéndola vibrar en nuestro ser. Para ello, hay que desprenderse de la energía de los apegos egoicos que nos impiden realizar esa conexión. Una vez liberados de estos apegos podremos ser conscientes de esa unión, podremos sentirla en nuestro ser, al aumentar nuestra sensibilidad por esa limpieza efectuada.

TU NUEVA VIDA
A partir de este momento entramos a una nueva vida. Nos sentimos llevados por una inteligencia y poder inmensos, en los que palpita constantemente un ilimitado amor lleno de dulzura, como una Madre Divina acogiéndonos en su infinito regazo de amor.
Descubrimos cómo todo lo que vivimos en este “dejarse llevar” es para nuestro mayor crecimiento personal. Van aflorando a nuestra consciencia, en forma de situaciones de vida, todas las identificaciones que podamos tener: hijos, padres, seguridad económica, tener razón, la opinión de los demás… y, por último, los pensamientos, que es nuestra mayor identificación. Nos libramos de esas identificaciones-apegos al ir aumentando nuestro nivel de consciencia, convirtiéndonos en seres más sensibles, debido a la elevación vibratoria que experimentamos.
Sufrimos con la liberación de cada apego, pero nos damos cuenta de que ese dolor es sinónimo de crecimiento. Con esta comprensión, vivimos en la gratitud constante a la vida por las maravillosas oportunidades que nos regala para irnos desarrollando de la manera más armónica posible. De esta manera, experimentamos un crecimiento sostenido y equilibrado de nuestra evolución-consciencia personal.
A consecuencia de vivir en esta gratitud cambia nuestro estado de ánimo, enviando al Universo energía de más alta vibración y, por lo tanto, recibimos situaciones de vida acordes a esa nueva vibración. Estas nuevas circunstancias que vivimos nos darán más motivos para seguir agradeciendo, llenándose nuestra vida de más y más luz. Todos las dificultades que “creemos” tener se van diluyendo, dejando de vivir en un mundo de problemas y entramos a una nueva vida llena de oportunidades para crecer.

También percibimos cómo nuestro intelecto se agudiza, extrayendo conclusiones claras, sentidas como verdaderas, de las situaciones que vivimos. Discernimos, instantáneamente, lo real y la ilusión mental.
Como resultado del trabajo interior con los chakras (“Activando nadis y chakras”, “Chakras de Luz”), equilibramos y fortalecemos su vibración, consiguiendo mejorar el tono físico de nuestro cuerpo (nos sentimos rejuvenecer), a la vez que desarrollamos las cualidades inherentes a cada vórtice de energía: aumento de la seguridad y fortaleza interior, florecimiento de nuestra creatividad, desarrollo de la fuerza de voluntad, mejora sustancial de la autoestima, incremento notable de nuestro poder de comunicación, de la clarividencia y de la compasión. Así comienzas a alcanzar tu mejor versión personal, expresando todo tu potencial.
Además de lo anterior, el mayor beneficio de esta reconexión es el acabar convirtiéndote en un ser autónomo, que no separad@. No te hace falta nadie ni nada, para ser feliz. Sientes que lo tienes todo: nada le falta ni le sobra a tu vida. No anhelas, tampoco, ningún tipo de maestr@-guía exterior, ya que todas las respuestas a tus preguntas afloran en tu consciencia, puesto que esa reconexión, también, es conectarte a la consciencia de Dios que palpita en ti, convirtiéndote en el/la maestr@ que eres.

Y a partir de aquí, si quieres (que querrás), estarás preparad@ para darte al mundo de una manera más intensa, expresando el don o los dones que atesoras. Pero esto es el siguiente paso en tu crecimiento personal. Ahora, vamos a llegar a esta reconexión.
En los tres siguientes artículos descubrirás cómo.
Nos vemos en “Acondicionando la mente”.

Un abrazo, de corazón.

Respiración consciente

Ahora vamos a conocer el ejercicio más sencillo del mundo. No hay que «hacer» nada raro, sólo fijarse. Como no buscamos lograr ningún resultado concreto, esta ausencia de objetivos a conseguir le hace tremendamente poderoso y efectivo. Pero, además, tiene unas cuantas ventajas más.

BENEFICIOS

  • Es una manera sencilla y cómoda de ser conscientes de dónde enfocamos nuestra atención y no perdernos en el mundo de las ensoñaciones mentales.
  • Se puede hacer en cualquier momento y circunstancia (a no ser que dejemos de respirar y entonces tendremos un gran hándicap), equilibrándonos instantáneamente a la vez que nos conecta con la serena profundidad de nuestro ser. Es muy recomendable hacerlo cuando nos notemos llevados por la energía de lucha-conflicto del ego, ya que nos ancla a nuestra paz interna.
  • Nos ayuda a trabajar nuestra concentración. De esta manera la vamos desarrollando, sin apenas esfuerzo.
  • Es un maravilloso ejercicio de acondicionamiento para realizar un trabajo interior. Si nunca te has “entrenado» espiritualmente, esta práctica te centra y relaja para poder hacer los ejercicios o meditaciones pertinentes.

RESPIRACIÓN CONSCIENTE

Al principio, hazlo con los ojos cerrados. Con la práctica los abres, pero mantén la mirada fija en un punto para aumentar tu concentración. Luego lo harás paseando, esperando en colas, cocinando…

El ejercicio, como su nombre indica, consiste en centrar nuestra atención en la respiración. En la inspiración te fijas en cómo entra el aire por tus fosas nasales, llenando los pulmones y expandiéndose el abdomen al bajar el diafragma. En la espiración notas cómo el aire sale de los pulmones al expulsarlo por la nariz o la boca (como más te guste), contrayéndose tu vientre al espirar. Deja que este proceso suceda naturalmente, sin intentar dirigir la respiración ni esperar ningún resultado (ya estaría el ego llevándote): sólo sé consciente de cómo respiras. No tienes que hacer nada más. Fíjate y siente tu cuerpo nutrirse con la respiración; percibe cómo va cambiando su vibración, relajándote, llenándote de paz.

Mantén constante la intención de dejar la mente en reposo. Si te vienen pensamientos los dejas pasar, no te “enrollas” con ellos, no los sigues. Ya se marcharán, tú a lo tuyo: a respirar.

Poco a poco te irás relajando y notarás tu cuerpo más pesado, más denso. Los “huecos” entre el final de la espiración y el comienzo de la inspiración se irán haciendo más dilatados, como si no te hiciera falta respirar. Comenzarás a sentir algo muy profundo e intenso, algo que te envuelve y te llena completamente. Entonces, te quedas en esta maravillosa sensación todo el tiempo que te apetezca o que te permitan tus circunstancias personales. 

CONSIDERACIONES

Una de las claves de esta práctica es no hacer ningún esfuerzo por cambiar nada de nues­tro estado interior: solo ser conscientes de algo que, normalmente, hacemos inconsciente­mente. Esta ausencia de deseo por alcanzar un objetivo concreto nos relaja automática­mente, centrándonos en nuestro ser, en nuestra auténtica realidad.

Además, si tienes dificultades para sentir la vibración-energía que somos este es un ejercicio que te ayuda a ello, ya que el acto de centrarnos en la respiración hace que nuestra atención vaya abarcando todo nuestro cuerpo, toda nuestra energía. De esta manera nos unimos a nosotros mismos, nos unificamos, dejando de estar divididos al permanecer, normalmente, con nuestra atención fijada en el mundo exterior.

Si tienes cualquier problema con esta práctica, coméntamelo, por favor.

Nos vemos en «El perdón: el transformador de la energía negativa».
Un abrazo, de corazón.

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