Leyes de la creación: leyes de la energía

Sabemos que somos energía vibrando y, por lo tanto, somos seres con el poder de crear gracias a nuestra atención. Ahora, vamos a ver unas cuantas leyes que rigen el acto de la creación y así evitar sorpresas que nos lleven a exclamar: «¡esto no lo quería yo!».

 

LEYES DE LA ENERGÍA

1.- LA ENERGÍA ESTÁ CONSTANTEMENTE INTERACTUANDO CON LA QUE LE RODEA, INFLUYÉNDOSE MUTUAMENTE

Cuando permaneces durante un tiempo en medio de la naturaleza te sientes de muy diferente forma que cuando estás en medio de una plaza atestada de gente. Tú eres la misma energía, pero influida por la que te rodea, y notarás que tu estado de ánimo varía de estar oyendo el ruido de un arroyo de la montaña a moverte dentro de unos grandes almacenes en el primer día de rebajas. También nosotros podemos influir en la energía del exterior: ¿nunca te ha ocurrido que has estado sentado al lado de alguien y, sin saber por qué, te sientes bien/mal? Eso es porque estás vibrando-sintiendo la energía de esa otra persona, al igual que ella sentirá la tuya. Otra cosa diferente es que se dé cuenta de ello o no, pero la interconexión ahí está. Esto es lo que se llama resonancia.

Esto es un factor muy importante, porque el hecho de vivir en sociedad hace que todo se contagie: los miedos, creencias, escala de valores… todo va incorporado en la vibración que recibimos por medio de nuestros centros de energía, y que luego se convierten en nuestras creencias, miedos o escala de valores. La onda de la energía que somos transmite información, en ambos sentidos, de manera parecida a las ondas de radio, con lo cual, estamos interconectados, aunque no lo queramos, con el resto del Universo, mejor dicho, somos uno con él. Nadie está realmente solo en este mundo por mucho que quiera alejarse, y esta energía que nos rodea es muy, muy fuerte, ya que mantiene en pie la ilusión colectiva de creernos ser la materia que forma nuestro cuerpo físico. Y de aquí surge toda la ilusión, pero de esto hablaremos en otro artículo.

2.- LA ENERGÍA ESTÁ CONTINUAMENTE TRANSFORMÁNDOSE

La energía ni se crea ni se destruye, solo se transforma. Esta es una ley de la energía, que Einstein, premio Nobel de física, la afinó todavía más al postular: «masa y energía son dos formas de la misma realidad». De hecho, descubrió una ecuación que liga estos dos conceptos): E = mc². Donde «E» es la energía, «m» la masa y «c» la velocidad de la luz, Y en esa capacidad de transformación radica su poder creador. Piensa en una gota de agua posada sobre una flor al despuntar el alba en un día de verano. Mucho antes del mediodía, por efecto del calor, se evapora y esa gota de líquido se habrá fundido en uno con todo el aire que le rodea. La energía del calor ha conseguido elevar la frecuencia de vibración de la gota hasta convertirla en otra cosa, en vapor.

Todo cambia momento a momento. Nunca nos bañamos en el mismo río, porque el agua en la que te sumerges la segunda vez no es la misma que la primera y tú tampoco. ¿Te acuerdas cómo eras de niño y cómo eres ahora? Constantemente, y de una manera imperceptible, todo va modificándose, evolucionando. Esto significa que la vida es un continuo cambio, nada permanece inmutable, y aferrarse a algo es condenarse al dolor.

No ha habido ningún instante en tu vida en el que todo se haya detenido. ¿Te imaginas que tu corazón se pare?, pues eso, todo se mueve, todo cambia a cada instante, pero vivimos una ilusión creada por nuestros sentidos físicos que no perciben estos continuos y minúsculos cambios.

3.- LA ENERGÍA ATRAE ENERGÍA SEMEJANTE

En esta propiedad se basa la famosa ley de la Atracción y es una característica muy, pero muy importante, porque es algo que puede actuar a favor o en contra nuestra. Los pensamientos que tenemos son energía vibrando a una determinada frecuencia y atraen pensamientos similares. Los pensamientos positivos, de elevación, atraen pensamientos en su misma sintonía y, al contrario, si tenemos pensamientos bajos, de mala autoestima, de miedo… estos atraen pensamientos con su misma frecuencia vibratoria, con lo cual incrementas tu negatividad. Cada pensamiento nos crea una emoción en nuestro cuerpo, en nuestra energía vibratoria, y una emoción continuada nos crea un estado de ánimo. Nuestro estado de ánimo es la energía principal que emanamos al mundo, al universo, que según esta ley nos devolverá energía semejante materializándola en situaciones de vida acordes a la vibración original tuya. Si rebosas constantemente de alegría, optimismo, ganas de vivir… el universo, creará situaciones que te inspiren alegría y felicidad. Si, por el contrario, siempre estás quejándote, viendo lo negativo de todo, la vida te dará acontecimientos que reflejen ese malestar.

Siguiendo con este concepto, el universo nos devuelve lo mismo que damos, así que da aquello que quieres recibir. Mucha gente, la mayoría, cree que será feliz cuando en su vida existan ciertas condiciones, por ejemplo: «cuando tenga un trabajo, una relación, cuando consiga esto o lo otro… entonces seré feliz, porque ya tendré lo que quiero» y viven en un continuo enfado con la vida (¡qué asco de vida!, ¡la vida es injusta conmigo!, ¡qué mala suerte tengo!), por no tener lo que desean y ésta les devuelve más de lo mismo, más de lo que no quieren.

No, esto no va así.

Yo tengo todo lo que deseo porque soy feliz. ¿Y cómo soy feliz ahora?, amando lo que tengo. Así de sencillo, así de bonito. ¿Por qué no puedo amar lo que tengo?, aquí ya entra el ego del que hablaremos largo y tendido más adelante.

De estas leyes, que se cumplen creas o no en ellas, emerge una verdad poderosísima que guía tu vida.

ESTÁS CREANDO CONTINUAMENTE

La energía es dirigida por nuestra atención y crea aquello en lo que se focaliza. Esto lo vimos en el artículo «Nuestro cuerpo: ¿qué somos realmente?», pero lo recalco aquí otra vez, ya que este concepto es clave en nuestra existencia: somos seres nacidos para crear y estamos creando constantemente. Nuestro foco de atención es un sempiterno decreto que enviamos al universo, poniéndose inmediatamente manos a la obra para materializarlo, porque debes saber que: el Universo está a nuestro servicio para darnos lo que pidamos, es nuestro siervo infalible. Es como el genio de la lámpara que al frotarla sale y nos concede no tres deseos, como en el cuento, sino todo aquello que queramos. Es un mayordomo fiel y poderoso, que está continuamente consiguiendo todos los caprichos señalados por nuestra atención sostenida.

¿Te acuerdas de esta expresión de las películas?: «Donde pongo el ojo, pongo la bala», pues aquí es lo mismo. Aquello en lo que te fijas ya lo estás creando, ¡qué bonito!, ¿a qué sí?, y lo hacemos constantemente, seamos o no conscientes de ello. Así que puedes ser un «creador inconsciente», como la inmensa mayoría de la gente, que suele llamar «mala suerte» cuando crea algo que no le gusta (por no saber el inmenso poder que tiene su atención), o puedes ser un «creador consciente». Tú eliges. La diferencia entre uno y otro es muy sencilla: darte cuenta de adonde estás dirigiendo tu atención. Para ello, fíjate en qué estás pensando: ¿lo haces sobre un tema en concreto, siendo el jefe de tus pensamientos, o está tu mente divagando sin ningún control por tu parte, siendo esclavo de ella? Esta es la clave de todo: fijarse, concentrarse, en lo que sucede en tu interior, en todo momento; así serás consciente de lo que estás creando.

Ahora bien, no pienses que creas instantáneamente aquello a lo que prestas atención, sino que transcurre un tiempo hasta que esto sucede. Este tiempo puede variar en función de cuánto lo desees y de si existe alguna creencia que vaya en dirección contraria a tu deseo. Puedes anhelar intensamente tener una pareja en tu vida, pero si crees que nadie va a fijarse en ti porque te ves sin ningún atractivo, esta creencia, que siempre es más poderosa que tu deseo consciente, va a sabotear tu anhelo. Pero de esto hablaremos más adelante, por ahora quédate con el concepto.

Otra cosa que debes tener en cuenta es que vivimos en un universo de inclusión. ¿Qué significa esto?: para el universo no existe la palabra NO, sino que acepta todo lo que mantienes en tu foco de atención sin rechazar nada, poniéndose a crearlo, lo quieras o no. El universo sólo conoce una palabra del lenguaje humano: SÍ. Todo está incluido en él, todo es posible, no hay nada que pueda excluirse. Para él no existe la negación, la separación, sólo la inclusión, la unidad. El universo es un sinfín de posibilidades que vas materializando constantemente en aquello que le señalas con tu atención.
Cuando piensas «no quiero estar enfermo», el universo entiende que estás pensando-pidiendo «enfermedad» porque realmente te estás centrando en ello para negarlo. Si te digo ahora: «no pienses en un caballo blanco», ¿qué imagen se ha creado en tu mente? Eso es, piensas en lo que te he dicho que no pienses, pues con el universo sucede lo mismo. No debemos rechazar nada creyendo que así lo evitaremos, porque conseguimos justo lo contrario: atraer, con la energía del rechazo, del miedo, aquello que queremos evitar. La clave es pensar siempre en lo que queremos, no en lo que no queremos, porque, recuerda, estamos siempre creando. Siempre. No lo olvides.

Bueno, por hoy ya vale. Ahora te dejo un enlace en el que podrás descubrir unos principios fundamentales que pueden ayudarte a comprender ciertas circunstancias que has vivido o estás viviendo: Las 7 leyes universales.

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