Ahora que ya sabemos que somos energía, conocemos las leyes de la misma y hemos visto los canales de comunicación de nuestra energía con la que nos rodea, llega el momento de conocer el origen de la ilusión que gobierna este mundo. Y esta ilusión nace en nuestra mente.
LA MENTE
La mente es una serie de procesos internos que se desarrollan de manera consciente e inconsciente y que, en su mayoría, son de carácter cognitivo. Es una facultad del cerebro humano que nos permite recopilar información, analizarla y extraer conclusiones de ella. Es la manera que tenemos, los humanos, de adquirir conocimiento.
La mente es la responsable de la creación de los pensamientos, el raciocinio, la memoria y la imaginación. Pero, no solamente es la creadora de los pensamientos, sino también de las emociones (el reflejo en el cuerpo de nuestros pensamientos) y las pautas de reacción inconscientes, tanto mentales como emocionales.
La mente, aparte de extraer conclusiones, puede crear una interpretación de aquello que vivimos. Esta capacidad radica en el cerebro que, como órgano físico, tiene una vibración determinada en función de su actividad. Aquí te dejo un enlace que habla de las ondas cerebrales y de cómo están íntimamente ligadas a nuestros estados mentales.
Hay tres niveles en la mente según el grado de consciencia de esta:
1.- La mente consciente
Con ella funcionamos casi todo el día. Nos sirve para cruzar la calle, hablar con la gente, hacer crucigramas o resolver un problema de matemáticas. Es la mente racional, la que piensa en términos lógicos y coherentes. Aquí somos conscientes de los pensamientos que tenemos. Si aprendemos algo lo hacemos con la mente consciente, pero según repetimos lo aprendido va pasando a la mente subconsciente. Cuando aprendemos a conducir toda nuestra atención está en ello. Cuando llevamos 20 años haciéndolo habitualmente, solo una parte de nuestra atención está en la conducción, porque la mayoría de los automatismos: embrague, freno, acelerador, cambio de marcha, etc., se han vuelto algo maquinal, se hacen sin pensar. Han pasado al subconsciente.
2.- La mente subconsciente
Esta mente (otros autores la incluyen dentro del inconsciente) es mucho más poderosa que la consciente. El subconsciente puede procesar 20.000.000.000 (veinte mil millones) de impulsos nerviosos por segundo frente a los 40 (cuarenta) de la mente consciente. Fíjate en la inmensa diferencia de potencial entre una y otra. El subconsciente capta infinidad de detalles que pasan desapercibidos para la mente consciente.
Aquí viven las creencias que hemos “incorporado” en esta vida. Se encuentra también lo que ya no recordamos, pero que se puede llegar a recordar. La mente subconsciente graba todos los acontecimientos que vivimos; unos los imprime más fuerte que otros y estos, con el tiempo, se acaban olvidando. Ahora bien, si ponemos nuestra intención en recordar algo tarde o temprano lo haremos, puesto que la intención crea atajos a los recuerdos almacenados en este nivel. Un olor, una canción, una foto… pueden sacar a la luz vivencias que creíamos sepultadas en el olvido.
Esta es la mente que nos juega malas pasadas, obligándonos a hacer cosas que no haríamos teniendo en cuenta la lógica o la razón. Aquí, los gustos, aversiones, deseos y miedos pugnan por salir a la consciencia para llevarnos por su camino. Llevas cuatro días siguiendo escrupulosamente una dieta para bajar la barriguita que te ha salido después de las vacaciones y, de repente, una mañana te pones morado a comer esas cazuelitas que tanto te gustan. No tenías pensado hacerlo, pero al entrar al bar y ver ese pulpo que te encanta no has podido seguir los dictados de tu mente consciente que te chillaba: “¡¡no, no, no!!”, y has pedido una ración. Y luego otra. Tras comerlas, los reproches de tu mente consciente te asolan, haciéndote sentir mal contigo mismo porque no has sido coherente con tu intención de adelgazar, pero no puedes hacer nada frente a ello. Cuando tu mente subconsciente ordena algo tu mente consciente no puede hacer otra cosa más que obedecer. Y esto es de gran importancia para entender cómo funcionan las creencias, porque en esta mente (el subconsciente) radica nuestro poder creador.
3.- La mente inconsciente
Es la más primitiva de las tres y acompaña a la raza humana desde que apareció el primer homo sapiens. Aquí viven nuestros instintos animales, con el más fuerte de todos: la supervivencia. También se almacenan todas las experiencias vividas por nuestra especie en el tiempo que llevamos de existencia, así como las creencias comunes que tenemos por pertenecer a la raza humana: la finitud del cuerpo, el deterioro físico o la imposibilidad de estar en dos sitios a la vez, por ejemplo. Se encarga también de gestionar las cuestiones fisiológicas, como el respirar o el corazón. Se la suele llamar mente reptiliana y es la más simple de las tres, pero la más fuerte, ya que en cuanto se siente amenazada toma el control absoluto de todas nuestras decisiones, buscando sobrevivir. Es la parte de la mente que nos hace luchar o huir al enfrentarnos a un peligro.
EL NACIMIENTO DE LA ILUSIÓN
Venimos a este mundo conectados a la Unidad. Cuando somos bebés no tenemos consciencia de estar separados, desconocemos qué es eso, porque no sabemos nada: sólo somos. Con el paso del tiempo, alrededor del año y medio, nace el concepto del «yo», producto de nuestra incipiente actividad mental. Este “yo” lo asociamos al cuerpo del que ya somos conscientes y, al vernos separados físicamente, interpretamos que somos seres con vida propia, independientes de los demás. Aquí ya nos consideramos seres individuales, entrando en el mundo de la separación: “mi cuerpo soy yo, tu cuerpo eres tú”.
Con el desarrollo del cerebro, y el consiguiente incremento de la actividad intelectual, comenzamos a fijarnos en los pensamientos que tenemos, tomando como verdadero aquello que nos muestran. ESTE ES EL NACIMIENTO DE LA ILUSIÓN: dar visos de realidad a todo lo que la mente nos ofrece. A partir de este momento, empezamos a interactuar con el mundo a través de ella, por medio de los pensamientos, convirtiéndose en los filtros con los que percibimos la realidad que vivimos. Cuando estamos, por ejemplo, en el monte disfrutando de un paseo y descubrimos unas hermosas flores, en unos primeros instantes podemos extasiarnos con su belleza, en silencio mental, pero pronto nos sumergimos en nuestra verborrea interna habitual: “¿qué clase de flores serán?», «¿cómo no las he visto antes por aquí?» o «se parecen mucho a aquellas”. De esta manera, siempre mantenemos gran parte de nuestra atención fijada constantemente en nuestros pensamientos, viviendo una película engendrada por ellos.
La mente siempre está imaginando situaciones, bien en relación con lo que vivimos o bien con lo que ella fantasea. No puede parar quieta: es una fábrica incesante de pensamientos. Los problemas que suponemos tener son una invención de la mente y solo pueden existir en el tiempo (pasado-futuro), que es creado por ella misma, puesto que en el Aquí-Ahora únicamente hay situaciones que deben ser afrontadas o dejarlas como están. Solo existe el momento presente, EL ETERNO AHORA, pero la mente, por medio de los pensamientos, nos lleva al pasado o al futuro: el reino de la ilusión.
Por lo anterior, la mente es enemiga del ahora porque no puede intervenir en él, no puede controlarlo. Cuando tenemos nuestra atención fijada en el momento presente no se “vive” el pensamiento. Podemos pensar, pero somos conscientes de hacerlo y, por lo tanto, ya no nos identificamos con la película que imaginamos. Para evitar el ahora, la mente nos dirige constantemente al pasado o al futuro, consiguiendo engancharnos a su sueño, en el cual ella es la directora y guionista de las situaciones imaginarias que vivimos, y nosotros nos convertimos en los actores involuntarios. Como esa mente actúa en base al miedo a morir, nacido de la creencia en la separación, casi todas las ensoñaciones que nos presenta están teñidas por ese miedo, provocándonos una inquietud permanente, que es el reflejo de esos pensamientos en nuestro cuerpo.
Además, la mente, por medio de su hijo el ego, es la creadora de la resistencia a lo que es (la no aceptación del momento presente, ese lamentarse-enfadarse por la situación de vida que atravesamos), manteniendo así viva la sensación de separación. Esta resistencia a lo que la vida nos regala genera una vibración de baja frecuencia y, por lo tanto, atraemos situaciones y circunstancias en consonancia con ella, dándonos más motivos para seguir lamentándonos-enfadándonos, viviendo como la pescadilla que se muerde la cola. La única forma de romper este bucle malsano es por medio del ejercicio del perdón.
Así pasamos nuestros días, dando vueltas a la noria de las emociones, pero como todo lo que vivimos es una creación nuestra, lo podemos cambiar. Lo único que tienes que hacer es seguir leyendo y tener la intención de ser más consciente.
Esto lo explica maravillosamente bien Eckart Tolle en su libro El poder del ahora, del que aquí tienes un extracto.
Por hoy ya vale; espero te haya quedado claro donde nace la ilusión que vivimos. Si no es así, házmelo saber, por favor.
Nos vemos en «Los pensamientos: energía en movimiento».
Un abrazo, de corazón.